miércoles, 27 de febrero de 2008

ALERTA ANTE LA LLEGADA DEL "KRISTINA"

Sevilla. 27 de febrero de 2008.

Fuentes del INM anuncian que el hu­ra­cán “Kristina” poco a poco va alejándose de las zonas de calma “espirituales” donde se originó, formando grandes torbellinos culturales y aumentando su diámetro a medida que avanza, de tal manera que hace previsible grandes estragos entre la población de “hoy libro” a la que se dirige.

Los daños que su llegada está suscitando son tales que han obligado a la intervención del Ministerio de Sanidad, haciendo un llamamiento general a la calma y estableciendo ya dispositivos de ayuda para la población de más alto riesgo.

Entre los daños psicológicos mas evidentes señalan los de aquéllas que le tienen miedo al blog, y en cuanto ven el logo en sus pantallas salen corriendo a refugiarse y ya no quieren ni conectar el ordenador, con la consiguiente repercusión en sus rendimientos laborales y asistencia a los trabajos.
Otras cuentan que se sienten con el “agua al cuello” o que han sufrido “pequeños incendios” en sus hogares, por no decir las que temen por la pérdida de sus “tesoros personales”, habiéndose detectado ya incluso la aparición de ciertas cuadrillas defensivas a lo “torquemada

Ante tan difícil situación, el Ministerio de Sanidad reitera el llamamiento a la calma además de un cambio de actitud radical, alentando a las afectadas no sólo a no refugiarse y combatirlo sino a unirse a la fuerza impetuosa del huracán que las envuelve.

Por último, una testigo presencial sumándose a esta iniciativa nos recuerda, evocando a A.Machado, que “el que esta de vuelta de todo, es aquel que no ha ido nunca a ninguna parte”, y haciendo hincapié en que ella, que personalmente todavía está yendo - ¿a dónde?, todavía no lo sabe - quiere seguir sorprendiéndose cada mañana con "Kristina" y con vuestra curiosidad.

VISITA A LA EXPOSICIÓN DE ANTONIA JAÉN

La cita fue a las 7,30 en la calle Zaragoza 36. Yo, Cristina, conseguí escaparme de la clínica para respirar un poco de vida.

Al cruzar la puerta un fogonazo me hace añorar a aquella jovencita que entraba temerosa en la librería Fulmen, y sus ojos, curiosos, se perdían entre aquellas estanterías de madera repletas de libros y vidas por vivir. Reconozco que miraba con envidiaba a la librera, María Fulmen, que reinaba entre sus anaqueles, y eso que entonces, en mi ignorancia, desconocía su faceta de mujer feminista y luchadora. Quería ser como ella "de mayor", otro de los sueños que perdí por el camino, vivir entre y por los libros, abrir una librería que fuera algo más que un supermercado de libros... en fin... en algo se parece a mis sueños este pequeño mundo que estamos construyendo en Hoy Libro. Pero voy a dejar de hablar de mí para contar la buena tarde-noche que pasamos.

La estrecha escalera desemboca en una coqueta sala de vigas de madera pintadas de añil y una vieja escalera de madera que sube a una planta superior.

Allí estaba ya el resto del grupo: Pepa, que era la organizadora, María Derqui, María del Mar, Isabel y Marga, que conversando animadamente con la pintora, Antonia Jaén. Bueno, para ser más exactas, creo que alguna maligna ya la había acribillado a preguntas (diré el pecado pero no el pecador, que luego viene Torquemada y me lo borra tó...)

Los lienzos que cuelgan en las paredes parecen hechos para esa sala, llenos de fuerza y sensibilidad a la vez. Antonia nos hizo un recorrido desde el primer cuadro, que apareció al darle la vuelta a un cuadro anterior de su serie de flamenco, y cuyo premonitorio título, “Crisálida”, dio lugar a la serie que teníamos ante nosotras, hasta el último: “El beso eterno”, donde el cuerpo dorado, tras lanzar un beso al aire, ya parece despedirse, apartándose un poco para dejar paso a otras cosas, y el fondo empieza a tomar protagonismo, con sus vibrantes colores otoñales.

Antonia fue muy generosa con nosotras y se desnudó con sus palabras, haciéndonos compartir con ella su pasión por la pintura. Gracias a eso descubrimos que cada lienzo describía un sentimiento ante la vida y ante el amor, que es lo mismo al fin y al cabo. Los cuerpos desnudos omiten el rostro para que sea el cuerpo el que hable por si mismo, y cada color no es arbitrario ni accidental, sino que refleja el sentimiento que a la autora le inspira el cuerpo que tiene ante si, reforzando aún más en el gesto de los cuerpos que retrata. Los colores también nos hablan con la misma fuerza de pasión, de descanso, de añoranzas, de anhelos...
En "La entrega", que ha sido comprado por Pepa, los rosas y verdes de la paleta hablan de un cuerpo preparado para la batalla, con ese run-run del estómago que presagia el encuentro, y que obligó a la artista a pintar a continuación un cuerpo en reposo absoluto, todo en tonos azules, como para vaciar la mente del agotamiento que supuso hacerlo.

Pero como la creación tiene mucho de magia, a veces hay cuadros que tienen personalidad propia y se enfrentan, tozudos, al artista empeñándose en ser como ellos quieren ser, como el llamado algo así como “la sombra y la luz”, que surgió con una nueva apariencia tras ser borrado con un rodillo empapado en carmín, y que se ganó así su puesto en la pared en la que hoy se muestra con el orgullo del vencedor de una batalla.

Tras la visita nos tomamos con ella una –o dos- cervecitas en Casa Cuesta, de la calle Zaragoza (que por cierto, tiene un reservado estupendo para nosotras), acompañadas de unas croquetillas y una ensalada y, por supuesto... mucha conversación sobre Hoylibro!.

Lo comprobamos con la exposición de Manolo Cuervo y lo corroboramos con la de Antonia, no hay nada mejor que apoyarnos en las palabras de los artistas para apreciar más sus obras y entender muchos matices que pasarían desapercibidos si las viéramos sin ellos, sobre todo si son tan generosos y saben transmitir tan bien lo que sintieron en el acto de la creación como los dos que nos han brindado su tiempo hasta el momento. Esperamos que Antonia disfrutara tanto como nosotras del encuentro, y que este sea el primero de muchos otros, ya que tiene mucho que enseñarnos, y nosotras somos como unas estudiantes empollonas, dispuestas a absorber como esponjas todo lo que se nos ponga por delante.
Por cierto, que Antonia nos contó que participa en un proyecto que se llama "Arte de la Memoria" en la que una serie de artistas reinterpretan una foto. Están exponiendo en diferentes ciudades y en abril van a Venecia... (uy!! qué idea se me está ocurriendo!! peligro peligro!). Esta es la página web del proyecto:

lunes, 25 de febrero de 2008

Eva Díaz Pérez: EL CLUB DE LA MEMORIA

Quiero recomendaros este libro, aunque no me lo he leído todavía, y sobre todo a esta escritora sevillana, de la que soy una ferviente admiradora, ya que sabe transportarnos a los escenarios que describe en sus libros. Yo me he leído -devorado, diría yo- sus dos libros anteriores:

El primero fue "Memorias de Ceniza", que trata de la Sevilla de la Inquisición y de un pequeño núcleo de reformadores formados por doctos clérigos y aristócratas cuyo núcleo central estaba en el Monasterio de San Isidoro del Campo, que se reunían "de forma clandestina" en la década de los 40 del siglo XV. Ya os lo recomendé en su día y alguna -incluso- me hizo caso, lo leyó y le gustó.


El segundo, "Hijos del Mediodía" es un paseo por la Sevilla de la Exposición del 29, del brazo de los miembros de la Generación del 27 y de los componentes de la revista "Mediodía". Muy entretenido y sobre el que también podíamos hacer otra ruta gastronómico-literaria.


Y acaba de publicar este libro, igual o más apetecible que los anteriores, "El Club de la Memoria". Seguro que cualquiera de los tres os va a encantar.

Pero como sabéis que a pesar de mis horas bajas mi mente no deja de pensar en HOY LIBRO, me gustaría contactar con ella para que nos acompañe en una de nuestras cenas, y comentar con ella este libro, recién salidito del horno. Yo ya he entrado en su blog para darle la enhorabuena por su literatura, o sea, el primer paso para contactar con ella ya está dado... Ya me diréis qué os parece la idea... Podéis entrar en su blog, cuyo vínculo he puesto al pie de esta entrada, para ver allí la reseña de este libro y los anteriores, a ver si os apetece la idea de invitarla tanto como a mí.

Eva Díaz Pérez: EL CLUB DE LA MEMORIA (FINALISTA DEL PREMIO NADAL 2008)

Ea! y ahora me voy a la clínica y os dejo descansar toda la tarde, que me embalo y no veas! (si la clínica tuviera wi-fi... ¡TEMBLAD BLOGUERAS!!!)

domingo, 24 de febrero de 2008

COMENTARIOS DE RÉQUIEM POR UN MARRANO

Habíamos decidido no preparar las preguntas de antemano y dejar que la espontaneidad fluyera libremente, y fue un acierto. Claro que el primero que contribuyó a que todo fuera tan bien fue nuestro escritor invitado, Luis Felipe Campuzano que es un dechado de virtudes (pillín, seguro que entras en el blog...) y que facilitó mucho la comunicación, a pesar de que Elena no se quedaba con su nombre y cada vez lo llamaba de una manera, pero eso son cosas de la edad y hay que perdonarla.
De hecho él rompió el hielo, empezando la reunión al situarnos en 1492, exponiendo los tres hechos cruciales que confluyeron ese año en España: el final de la Reconquista, la expulsión de los judíos y el descubrimiento de América. La fuerza de ese año le empujó a elaborar una trama con la Inquisición y la expulsión de los judíos como plato fuerte.

Contó cómo había escrito el libro de aeropuerto en aeropuerto, rodeado de legajos mientras esperaba sus vuelos. Rocío confesó que ella había contribuido a acercar la novela a la tierra, porque se lo había leído en el autobús, en la línea 20 polinganera.
Preguntado por las fuentes en las que se había basado, nos comentó que principalmente habían sido otros libros y tesis sobre el tema. Eso se nota en el libro, que aporta muchísimos datos sobre la Sevilla de la época, quizás lo que más nos ha gustado y sorprendido del libro, y con lo que hemos aprendido muchísimo de los oficios, técnicas de navegación, partes de los barcos...
Contó también que esta fue su primera novela, aunque anteriormente había escrito un par de cómics, uno sobre el triunfo de la selección española de baloncesto en Japón, titulado “Big in Japan” y otro sobre la historia del Sevilla “Olé mi Sevilla”.
Su segunda novela fue “El músico de Stalin”, ambientada también en Sevilla, en la Hermandad de la Caridad, y que habla del traslado del oro del Banco de España a Moscú en la Segunda República. Y actualmente está preparando otra tercera sobre diversas órdenes militares y religiosas medievales.

Ángela destacó un regalo colateral del libro con el que todas estuvimos de acuerdo: cómo paseamos tras su lectura por las calles de Sevilla, con qué ojos vimos las Atarazanas esa misma tarde, de qué manera buscamos indicios en nuestra ciudad que nos transporten a la época descrita en el Réquiem. (Yo, Cristina, la ausente, he disfrutado sobremanera al descubrir todo lo que nos queda de la Sevilla por la que paseaba David, y al recuperar muchas palabras que estaban en mi fondo de armario y que han salido a la luz de nuevo, como zapatiesta, he aprendido de náutica y de oficios artesanos. Ahora veo la ciudad con otros ojos y me ha encantado descubrir que nombres de calles por las que llevamos toda la vida pasando aún conservan los nombres de los gremios que albergaban, por ejemplo, ahora sé que cuando en época de David querían comprar zapatos infantiles iban a Chicarreros a por ellos o que en la calle Feria había ya entonces un mercado...).

Rocío preguntó qué habría pasado si hubiera existido conciliación entre judíos y cristianos, si los judíos no hubieran sido expulsados de España. Luis Felipe estaba seguro de que habríamos evolucionado más y más rápido, a pesar de reconocer que actualmente los judíos están jugando sucio en Oriente Próximo.

Ante algunas expresiones anacrónicas utilizadas (como cuando dice "ese tío", "no entiendo ni papa" cuando la papa llegó de América, o "comerse un marrón"…) el autor comentó que era una novela, y que se había permitido esas licencias, aunque confesó que le habían hecho en alguna que otra ocasión el mismo comentario.

Empezamos a hablar del oficio de la escritura y de su próximo libro, y nos comentó que el editor le recomendó que añadiera alguna escena tórrida en su segundo libro, pero que a él le resulta difícil hacerlo por la educación que ha recibido. Rocío le animó a que lo hiciera porque considera que, las que están bien escritas, son un deleite para el lector (aquí hubo risitas escolares, y Rocío las reprendió diciéndole que no fueran mojigatas...). Luis Felipe dijo que además sus hijos eran sus primeros lectores y que le daba pudor, y que incluso su padre le preguntó si la escena de la Marchenera y Fermín había sido necesaria.
Ya que sacamos el tema de la Marchenera había una duda general, que Cristina ya le planteó en el primer encuentro que tuvieron con él, y es la razon por la que la única mujer que aparece es una puta vieja y gorda, la Marchenera. Luis Felipe no supo defenderse, dijo que no lo sabía, que no se lo había ni planteado, y que en su segunda novela pasa lo mismo... en fin, que pintamos poco literariamente para él las mujeres, va desde aquí nuestra puyita, esperando que cale en su creatividad y seamos una fuente de inspiración más benigna para futuras novelas.

Marga le dijo que el libro estaba escrito bajo una óptica bondadosa, y que hasta el Inquisidor Provincial estaba visto como un héroe. Él dijo que lo que quería era hablar sobre los valores, de los que está falta esta sociedad. Reconoce que su Inquisición es benévola. Incluso Rocío le dijo que el final, en el que David muere abrazado a una cruz es como un “happy end”, que la novela intenta conciliar judaísmo y cristianismo con los dos amigos, pero que no considera necesaria esa muerte, David podría haber muerto como judío. Marga le dijo que parecía que había un compromiso religioso, y él dijo que sí, que él era muy religioso, por lo que en el libro hay mucho del alma de Luis Felipe.

Marga quiso que le aclarara la denuncia del Marqués, que no entendía que tirase piedras contra su propio tejado, pero él dijo que lo hizo por avaricia para que no le cerraran el local. Y que el Marqués no contaba con la osadía y la valentía del Inquisidor.

Ángela quiso saber cómo construye él un libro y dijo que la historia nunca puede ser lineal, que así no tiene mérito. Traza una línea, un extremo es el punto de partida y el otro la meta, y en medio va entremezclando historias y personajes, que siempre están basados en personas a las que conoce: busca un referente real y lo plasma en el libro. (Dios mío... ¿en quién se habrá basado para la Marchenera?)
En fin, un éxito de cena y un acierto la elección de nuestro primer escritor invitado, Luis Felipe Campuzano, al que de nuevo le damos las gracias (por si su curiosidad le trae a nuestro blog) no sólo por perder una noche para acompañarnos sino también por quitarnos el miedo escénico que teníamos a enfrentarnos a un profesional de la literatura, siendo nosotras sólo unas aficionadas a la lectura pero con muchas ganas de aprender más cosas sobre los libros que leemos y de los autores que los crean. Objetivo cumplido. Ha sido un placer este primer encuentro, que ha dejado el listón bien alto para los futuros escritores que invitemos. Y gracias también a MariÓ por haber hecho posible este encuentro con él.
Resultado de la votación del blog:
Votos: 6
Me ha gustado muchísimo: 4
Me ha gustado regular: 2

ACTA DEL 8º ENCUENTRO

Tras la deliciosa visita a las Atarazanas nos fuimos rápidamente al taller de Antonio Bustamante para recoger el separador que le habíamos encargado para regalárselo a nuestro escritor. El taller de Antonio está en la Lonja del Postigo, muy cerquita de la casa del Alcaide de las Atarazanas en la novela, o sea, que formaba parte de la escenografía literaria de la tarde.

Quedó tan bonito el separador que, aunque la única embarazada del grupo no estaba aún con nosotras, a todas se nos antojó uno igual. Elena propuso hacerlo en un metal menos noble que la plata, pero Bustamante nos dijo que podía fabricar un molde y de esa manera se reducía mucho el coste, así que posiblemente encarguemos unos cuantos. Tendremos que hablarlo, por si decidimos encargar uno para cada una o dejarlo como un regalito especial para fechas destacadas (cumpleaños, ¡¡¡¡bautizos!!!!!, cenas con escritores...)

Tras salir del taller volvimos a recuperar nuestra condición de mujeres que se han regalado una tarde para ellas solitas y decidimos pasear alrededor del espacio que ocuparon primitivamente las Atarazanas, imaginándonos la situación de las murallas y el ambientillo de la época descrita en el libro.

Como aún teníamos un par de horas antes de la cena, nos tomamos un café para hablar de algunos temas que no íbamos a sacar en la reunión, al tener un invitado. Y así quedó fijada la próxima cita para el día 25 de marzo, martes, a las 21 h. Mª del Mar será la encargada de buscar el local y de moderar la reunión. Ya sabemos que el próximo libro es "Suite Francesa", de Iréne Nemirovsky.

También estudiamos la posibilidad de acudir el próximo martes 26 a la exposición de pintura de Antonia Jaén, la amiga de Pepa.

Y, en último lugar, hablamos de la importancia de los estatutos, al recordar que Cristina nos comentó que han servido (y, por supuesto, gracias sobre todo al firme apoyo de los encantadores María Lara y Roberto) para que nos concedan la visita a las Atarazanas. Tenemos que leer el borrador que nos facilitó Cristina y hablar en la próxima reunión o callar para siempre, así que debemos ponernos las pilas...

Y con la tranquilidad de haber hecho los deberes nos dirigimos al encuentro de nuestro escritor un poco nerviosillas, porque no todos los días se tiene la oportunidad de leer un libro y compartir impresiones con su creador.


La cena en la Taberna del Alabardero no resultó mal, pero creo que los desvelos de Elena para que el sitio fuera perfecto no se vieron recompensados del todo: el salón resultó muy pequeño, no se podía cerrar la puerta y la mesa no era cuadrada, tal y como se había pedido. Pero como no somos muy exigentes y le echamos mucha ilusión a nuestras citas, obviamos esas menudencias y disfrutamos enormemente de la noche.


Allí nos encontramos con el resto de las componentes de la cena y sobre todo con el escritor, Luis Felipe Campuzano, que nos preguntó que si el hecho de estar en plena Mancebía era casual. No, no era casual, el lugar formaba parte del atrezzo, aunque nosotras íbamos algo más arregladitas y somos más monas que las pobladoras del antiguo Compás de la Laguna, y, todo hay que decirlo, tampoco tenemos sus currículums amorosos...

Luis Felipe propuso que invitemos a Manuel Pimentel (qué casualidad ¿no? ese nombre está apareciendo demasiado en nuestros encuentros ¿será premonitorio?, creo que nos tenemos que poner en firme a organizarlo) o a Fernando de Artacho, autor de “La gubia del alumbrado” para futuros encuentros.
Nos levantó la moral al comentarnos que cualquier escritor estaría encantado de asistir a una reunión como la nuestra, porque encontrarse con lectoras que desgranen su obra de esa manera es muy enriquecedor para ellos. Se le pidió que recomendara un libro y dijo que él solo leía ensayos y biografías, que las novelas no se las lee porque no tiene tiempo, pero que nos recomienda novelas costumbristas, descriptivas, clásicas... Citó a Pérez Galdós, Blasco Ibáñez y a Dostoievsky con su “Crimen y Castigo”. Tambiém, como se ve en las fotos, firmó nuestros ejemplares.

Asistentes: Luis Felipe Campuzano, Marió, que llevó como invitada a su hermana Mª José, Ángeles, Elena, Rocío, María Derqui, Mª del Mar, Pepa, Ángela, que también llevó como invitada a su hermana Mª de la O, Isabel y Marga.

Ausentes: Cristina (no quiero que ninguna ausente se sienta ofendida, pero fue un poco duro que no estuvieras), Pililebe, Mageles, Adela y María la galleguiña.

Fondo: 114 - 50 (separador) + 18: 82
P.D de la Blogmaster. Es curiosa esta foto. Me ha hecho pensar. No sé si nuestra fotógrafa quiso emular la que nos enseñó Ángela de su infancia (ver acta de diciembre) y la reinterpretó, pasados los años, o es que la pobre de María de la O está predestinada a salir en las fotos con la cabeza cortada... ¡qué gran incógnita! Espero que Pepa nos lo aclare.

viernes, 22 de febrero de 2008

REALES ATARAZANAS

Las Reales Atarazanas de Sevilla abren sus puertas a “Hoy Libro”

Sevilla, 21/02/2008

A la espera de que se acometa la rehabilitación y adecuación de este histórico edificio para convertirlo en «un referente museístico internacional», la Fundación Museo Atarazanas y la Consejería de Cultura inauguraron el pasado día 19 un programa de visitas guiadas para escolares, al que seguirán otras actividades como el I Encuentro de Astilleros Históricos del Mediterráneo entre el 23 y el 26 de abril y la exposición sobre el Titanic, la muestra itinerante más importante del mundo, prevista para el mes de septiembre.

Como hecho excepcional y gracias a la labor de nuestra “alma mater” -la Ilma. Sra. Doña Cristina– en colaboración con “MariaLaraysumaridín”, las Reales Atarazanas también abrieron ayer sus puertas a las mujeres de “Hoy Libro”, que pudimos disfrutar de una visita guiada de la mano del mísmísimo director de la Fundación, Manuel Nuñez de la Fuente –don José Luis, para algunas– y viajar a través del tiempo hasta el medievo, cuando esta ciudad estaba a punto de convertirse en el puerto más importante del mundo.

En este viaje llegamos al recinto mudéjar construido en 1252, por mandato del rey Alfonso X el Sabio, fuera de la muralla almohade de la ciudad y sobre la que se apoya en el tramo que ésta unía las Torres del Oro y de la Plata, entre las Puertas del Carbón y del Aceite.

Nos cuenta Manuel que fueron creadas para la construcción de navíos al objeto de abastecer de galeras a la Real Marina de Castilla, y lógicamente para la entrada y salida de éstas hasta el rio Guadalquivir, con el fín de controlar desde el estrecho de Gibraltar las invasiones norteafricanas. Y que su trama arquitectónica disponía de diecisiete grandes naves de 100 m. de longitud, 10 m. de latitud y 10 m. de altura, dispuestas en perpendicular al río, y diseñadas cada una de ellas a partir de dos líneas paralelas de grandes pilastras de ladrillos de los que arrancan arcos levemente apuntados, formándose así los paramentos portantes de las cubiertas, las cuales, presumiblemente, eran estructuras de madera de “par y nudillo” recubiertas de tejas, y con un sistema de recogida de aguas pluviales mediante canales-acueductos.

…estando inmersas en la historia que nos cuentan estos muros, y entre el juego de luces y sombras que despiden, nos tropezamos de repente con alguien durmiendo en el suelo y roncando como un bendito… Nuestro “almirante” y jefe de expedición se incomoda y se pregunta quién será. Hay unos momentos de tensión y algo de desconcierto…

¡pero bueno! ¡mira quién es!... un auténtico carpintero de ribera (como “nuestro marrano David”) que, aunque molestado en su siesta por nuestra presencia y sorprendido por nuestras vestimentas y accesorios, nos perdona la intromisión en su taller y nos invita a jugar con un puzzle gigante que tiene la imagen de una galera del S. XIV, pudiéndonos hacer así una idea de las medidas que tenían los barcos que él mismo construía y reparaba allí.

Nos despedimos, y previas fotos (sí, sí… ya he dicho que nos habíamos embarcado con todos nuestros bártulos y última tecnología del siglo XXI... ¡somos así!) seguimos nuestro viaje y llegamos a la segunda mitad del siglo XV viendo cómo el edificio abandona su uso inicial y empieza a ser objeto de continuas transformaciones a lo largo del , asumiendo funciones de aduana, pescadería, almacén de salazón, etc, llegando incluso, hasta hace unos años, a ser taller de reclutamiento -tiempo en el que el marido de más de una, según cuentan las malas lenguas, llegó a entrar siendo mozo, "como camino del matadero, con la cartillita blanca en la mano deseando que, por fin, ese año le tocara excedente de cupo"-.

Y continuamos hasta 1641 pudiendo ver cómo se destinan cinco de sus naves, desde la octava a la decimotercera (contabilizadas desde el flanco norte lindante con el arrabal de la Carretería y el Postigo del Aceite), a las obras de construcción del Hospital de la Santa Caridad.

¡Y seguimos viajando!... hasta 1719 (aunque recordando que ya, en pleno reinado de Felipe II, sobre el 1587, pudimos ver el primer asentamiento de las dependencias artilleras en las Atarazanas), que es cuando descubrimos el sonido de las botas de los militares en las cinco primeras naves que se disponen para el almacenaje de artillería y unos años más tarde, en 1762, asistimos al inicio de las grandes reformas del Cuerpo de Artillería, que influirán definitivamente en el futuro de las instalaciones. De hecho, tan sólo tenemos que viajar un año más para que se dé el primer impulso importante al edificio, destinado a que en Sevilla se cuente con un depósito de carruajes y pertrechas para suministrar a las tropas, que acaba traduciéndose en una ampliación de la capacidad de los talleres y almacenes con la anexión de dos naves más y que son las que completan las siete actuales.


Transcurriendo 1782, las Maestranzas de Cádiz y Málaga se refunden en las de Sevilla, quedando ésta como abaste­cedora única de Andalucía y Extremadura y, un año más tarde, también de las Américas Españolas. Esto provoca una nueva ampliación, materializada en una operación arquitectónica que configura el edificio tal y como lo encontramos hoy, y presumiblemente enterrado unos cuatro o cinco metros desde su nivel originario.

¿Y en el lugar de las cinco naves restantes ?.......el actual edificio de la Delegación de Hacienda.

Fin de nuestro fascinante viaje y de la historia de las Reales Atarazanas, siempre unida al río Guadalquivir … ¡y, sorpresa!... no podemos irnos sin visitar el espacio expositivo que ha dispuesto la Fundación en una de las naves. En él cuentan con tres maquetas, que fueron fabricadas para la Exposición Universal de 1992, representando la evolución urbanística de tres momentos históricos en la ciudad -la época romana, la época musulmana y el siglo XVI– y un audiovisual narrando la historia de Sevilla en un diálogo precioso entre el río y la ciudad que nos lleva a entender la vocación marítima y comercial de ésta desde sus inicios hasta la actualidad.

"…en Sevilla puede descifrarse, como en pocas ciudades del mundo, el secreto del agua, su condición única de fuente vital. En las aguas de su río, el Guadalquivir, se han escrito algunos de los momentos más brillantes de sus memorias..."

Como reseña final, decir que entre las afortunadas asistentes que nos echamos a las mojadas calles de Sevilla a las cuatro de la tarde, algunas con el postre aún sin digerir, se encontraban las muy respetables señoras condesa delcorteinglés doña Angela, y su hermana Marió, la infanta Julia Carlota con su gran amiga la marquesa de nomeacuerdodetunombre, doña Elena, la excelentísima secretaria general de palenciatambiénexiste, doña Marga, acompañada por las ilustrísimas doña Mª del Mar y doña Angeles, así como por la condesa de menudorollooshesoltao doña María. Para todas ellas, una muy bonita tarde, y más interesante si cabe, con la pena de no disfrutarla con las ausentes, y el enorme agradecimiento a las patrocinadoras de tan magnífico evento que nos ha permitido oir de nuevo las voces de calafates y aventureros, pregonando esta vez las grandezas del pasado y la esperanza en el futuro.

lunes, 18 de febrero de 2008

CONFIRMACIÓN CENA DEL MARRANO

Como Cristina está liadilla con su madre nos ha tocado a Elena y a mí convocaros para la cena del próximo día 20. No sabemos ponerlo bonito, pero como somos todas muy apañadas no nos importa.
Os recordamos que hemos quedado a las 7 de la tarde en la puerta de las Atarazanas (al lado del Hospital de la Caridad y detrás del Teatro de la Maestranza). La cena será a las 9 en el La Taberna del Alabardero, en la C/ Zaragoza nº 20.
Para organizarnos bien necesitamos la confirmación de vuestra asistencia a ambos eventos.
Ya sabéis chicas, a confirmar por la vía que sea!!

Cambio de última hora: La visita a las Atarazanas es a las 5 de la tarde. Espero que podais ir todas las que lo teníais previsto.

domingo, 17 de febrero de 2008

SALUD MONTOTO. MI MUJER DE OJOS GRANDES

Gracias a todas, siento vuestro calorcito, lo noto en medio de este frío que me recorre por dentro.

Algunas habréis pasado por esto, mi madre está muy malita, así que sabréis cómo me siento, perdida en un bosque, haciéndome a la idea de vivir sin aquélla que me iba dejando las piedritas para que encontrara mi camino y de que debo guiarme por las estrellas para seguir. Y eso lleva su tiempo y sus lágrimas, hasta que este corazón aprenda a vivir con la certeza de que aquella que me ha acompañado, respetado y querido siempre, hiciese lo que hiciese, se convierta en recuerdo. Quisiera volver a ser una niña, de las que creen que existen los cuentos de hadas, para tener por lo menos el consuelo de pensar que mi padre la estará esperando, sentado con los pies colgando de una nube, para enseñarle el sitio perfecto donde plantar juntos el caballete, y que volverán a ser aquellos jóvenes y guapos que se encontraron en el patio de la facultad y que supieron que estaban hechos el uno para el otro. Y que serán felices y comerán perdices...

Quiero permitirme la licencia, como blogmaster de este Universo de Hoy Libro, de dedicarle a ella una entrada, como la Mujer de Ojos Grandes que es para mí. Se lo debo, y sé que comprenderéis y me perdonaréis que igual que he compartido muchas risas con vosotras también comparta mi pena.

Como mis neuronas no dan para más, utilizaré algunas de las que le dedicó otra de nuestras blogueras, Pili Lebe, o sea, Pilar Lebeña Manzanal, en la biografía que hizo de mi padre "Miguel Pérez Aguilera, el pintor de los silencios".

Salud Montoto de Flores

No seas tonta, si quieres entrar en Bellas Artes no tienes más que hacer el examen de ingreso y ya está —la animaba su amiga Lolita Alarcón.
Sí, pero no era tan fácil. Ella había soñado con ser periodista, con pintar, pero sentía que ya no tenía edad para esas cosas. Lo de querer ser periodista había sido, muy probablemente, por el ambiente en el que se crió. Su padre, José Montoto González de la Hoyuela, director de El Correo de Andalucía durante más de treinta años, la enorme casa de la calle Albareda con aquel mosaico enorme del Cardenal Spínola, fundador del periódico, controlando tus pasos. La redacción en la planta baja y la vivienda en la primera.
—Don José, ¿puede bajar que tenemos un problema?
—Don José, que dice el Cardenal Segura que hay que incluir esto.
Así siempre. Como si la redacción y la vivienda fueran una misma cosa.
La vida en el periódico era estupenda. Correteando por la redacción, hablando siempre con los redactores. Redactores que lo mismo entraban en casa los lunes, viernes o domingos pues los problemas, las consultas y las dudas no entendían de días de la semana. Los domingos, lunes o viernes bajando los hermanos a la planta baja a jugar con las letras inservibles de plomo que caían de la linotipia.
Ella también quería escribir textos de mayor.
Quería ser periodista pero no pudo ser.
Le gustaba pintar pero le parecía que ya era demasiado tarde.
Hubiera querido ir a la Universidad pero no pasó del colegio de monjas. Ellas eran niñas bien que no tenían que aspirar más que a ser señoritas casaderas. Sólo sus hermanos estudiarían. Habría abogados del Estado, jueces… Ellas eran niñas de su casa, de una casa donde no tenían que mover un dedo. Para eso estaba Rafaela, Isabel la cocinera, Encarna la planchadora… Chicas de servicio que fueron siempre parte de la familia. Que vieron nacer y crecer a aquella prole de diez hermanos.
Quería entrar en Bellas Artes pero no quería hacer el examen de ingreso. No había estudiado el bachillerato. ¿Y si lo suspendía?
—Se puede ser alumno libre. Venga, anímate —insistía su amiga.
Sí, pero no es tan fácil. Pasaba ya de los treinta. Y era muy tímida.
—Venga, no seas tonta mujer. Yo voy contigo. Nos vamos a Casa Carreras, compramos la caja de pinturas y punto.
Entraron en un mundo con un ambiente muy diverso. Niñas bien que iban a Bellas Artes con coche propio o chófer como Teresa Duclós o Carmen Laffón, ya terminando la carrera. Esperanza Rojas Marcos. Alumnos becados de extracción humilde. Clase media. Curas, monjas. Allí había de todo.

Estaba en primero y ya escuchaba a sus compañeros hablar de él.
—Ya verás cuando llegues a su clase.
—Espera que llegues a la clase de Pérez Aguilera, ya verás lo que vas a aprender.
Siempre la misma cantinela colada en las conversaciones.
Cuando al año siguiente llegó, por fin, a la clase de Aguilera se dio cuenta de lo que querían decir los que le habían hablado de él.
—Por favor, ustedes dos. ¿Pueden guardar silencio y trabajar?
Apenas se habían dicho algo su amiga Esperanza Rojas Marcos y ella, protegidas tras los tableros, pero el profesor no soportaba ni el zumbido de una mosca. Y a ella le encantaron sus clases. Su extraordinaria forma de enseñar, su pasión, su concentración, que hacías tuya. Su dedicación a los alumnos. Los corrillos en los descansos de los modelos. Don Miguel hablando sin parar. Apasionado. Los alumnos bombardeándole a preguntas. Salud oyó hablar en aquellos corrillos por primera vez en su vida de la pintura que se hacía en Europa, del Modernismo, del Impresionismo.
—Nos vamos a Madrid a ver una exposición de Kandinsky —les decía Miguel.
Y se iban a Madrid, a París, a Bruselas o a Italia; a donde fuera con tal de empaparse de pintura, de arte. De cultura.
Descubrió, no sólo lo buen profesor que era, sino también, lo pirradas que andaban las chicas por él. Les gustaba de don Miguel su timidez, su actitud rebelde, su planta, su soltería, su posición de catedrático, sus ojos azules.
Suspiraban por don Miguel y no todas en silencio.
—Dicen que tiene novia —decía una.
—Bueno, ha tenido varias que me lo han dicho —decía otra.
A ella no le importaba. No se fijaba porque andaba enamoradilla de un chico que la traía de cabeza. Ella era libre. No quería compromisos. Iba a Madrid, salía, entraba. Organizaba guateques estupendos en el cortijo que la familia tenía en Lora del Río. Se había sacado el carnet de conducir —una de las primeras mujeres en la ciudad en hacer tal cosa—, conducía su flamante seiscientos verde jabón, como ella lo llamaba. Él, un chico de familia bien, que la llevaba en moto. Vividor, mujeriego, vital, alegre, guapo, juerguista. Le decía que la quería y ella sabía que no era verdad. Tampoco le importaba demasiado. Había salido de una relación con un novio pesado, celoso y madrero. Y, a fin de cuentas, tenía claro que quería ser una mujer independiente, libre. No casarse nunca ni tener hijos, no fuera a sucederle lo mismo que a su madre y los dejara huérfanos.
Su madre, tan elegante, tan exageradamente cristiana. Cuando iban a la casa de Lora del Río se sentaba en una mecedora que habitaba discreta en el patio de columnas que seguía al zaguán e iba llamando hijo por hijo para rezar el rosario. Siempre se empezaba tarde por culpa de Jesús que era el sempiterno tardón. Cuando estaba a punto de morir les hizo prometer que no dejarían nunca de rezar el rosario.
Su desaparición la llevó a una orfandad que aún coletea reciclada en una especie de vacío que provoca congoja cuando la recuerda. Una soledad vestida de luto que acentuó aún más su ya profunda timidez, y una melancolía innata que intentó aliviar en los muchos cuadernos donde dibujó todo lo que pudo para aliviar ausencias.
Era una adolescente de dieciocho años marcada de por vida por la muerte de su madre que nunca volvería a rezar el rosario pues hacerlo sola le resultaba una pesadez.
Un día, saliendo de la Escuela, el muchacho del que anda enamorada, la estaba esperando en su moto.
—¿Es ese el profesor del que tanto hablan? —le preguntó mirando hacia la puerta de la salida de la Escuela.
—Sí.
—Tiene percha de profesor.
—Es el profesor.
Rubin de Celis, compañero de clase y amigo le comentó:
—Salud, el otro día cuando acabó la clase me preguntó don Miguel quién eras.
La mojigatería propia de la época. ¿Que querrá?. ¿Por qué preguntará por mí?. ¿Pero no dicen que tiene novia?
Salud.

El hombre también vive de satisfacciones.
Llevó a sus alumnos de viaje a Granada. ¡Qué paliza les dio!. No paraba de hablar, de explicarles cosas. Anécdotas. Historias. Incansable. Pintura, pintura y más pintura. No era el profesor serio y estricto del aula. Era distendido, alegre, parlanchín. Era, también, alto, delgado, pasados los cuarenta pero no parecía mayor. Ojos azules. Tenía percha de poeta, pensó Salud. ¡Y cómo se parecía a Amadeo Nazzari, el actor italiano de moda!
El Albaicín, la Alhambra. ¿Estaba empezando a gustarle don Miguel?. Y él hablando sin parar; explicándoles todo; llevándolos de un lado para otro. Sin pausa, como si no se cansara nunca. El Sacromonte, el paseo por el Darro… Inagotable.
¡Qué agradable era!
Sí. Amadeo Nazzari y don Miguel se parecían definitivamente una barbaridad.
Don Miguel empezó a invitarla de tanto en tanto a tomar café. Ella le ofrecía su seiscientos verde jabón para llevarle a Artes y Oficios donde daba clases de mosaico de ocho a diez de la noche. Ella también era alumna de aquella clase de don Miguel y estaba encantada de llevarle siempre que él lo deseara.
—Don Miguel, para mí no es ningún problema acercarle a la calle Zaragoza, que yo voy de camino, ¿sabe?
—Gracias, Evaristo Muñoz también me ha ofrecido su moto.
—Bueno, bueno, pero el día que usted quiera me lo dice y yo lo llevo; no me cuesta ningún trabajo, de verdad. Pero me lo dice usted, ¿eh?, que yo ya se lo he ofrecido.
Miguel a veces iba con su alumno Evaristo Muñoz en la moto, otras con Salud, que aparcaba su coche en cualquier lugar; no eran tiempos aquellos de atascos y embotellamientos. Caminaban hasta el Britz, tomaban un cafelito y después se dirigían a la clase de mosaico.

Miguel veía cómo pasaba el tiempo y no formaba una familia.
Y no es porque no lo intentara. Aquí en Sevilla tuve dos o tres novias pero no cuajó ninguna relación. Me pedían más de lo que yo podía ofrecerles. Hasta que apareció Salud. Era muy agradable, muy simpática, muy dulce y charlábamos mucho de muchas cosas.
Don Miguel era muy agradable pero ella no tenía ganas de tener nada serio con nadie. Vivía estupendamente así. Se lo pasaba de lo lindo con su grupito de amigos, sus guateques, sus idas y venidas. Su libertad. Sin compromisos de ningún tipo, no fuera a pasarle lo que a su madre.
—Don Miguel, cuando usted quiera lo llevo en coche a Artes y Oficios.
Se hicieron novios en el cine viendo la película Vértigo, de Alfred Hitchock. Era febrero de 1961 y se casaron en septiembre de ese mismo año. Salud dejó la Escuela para evitar comentarios.
—Tampoco era muy buena alumna, la verdad.
—Eso no es cierto, Salud. Eras buena pero poco vocacional.
—Pues yo digo que era sólo regular.
Novios formales y siempre con el horroroso «don» a cuestas que no conseguía quitarse de encima. Iba a abrir la boca y se le escapaba lo de don Miguel y a Miguel, que nunca le había gustado eso del «don» no sabía qué hacer para que Salud le llamara simplemente por su nombre. ¡El trabajito que costó!
Si no llega a ser por una señora que afirmó haber asistido a su bautizo no se casa. La partida de nacimiento de Miguel no aparecía por ningún lado. La parroquia de Santa María había ardido durante la guerra, desapareciendo todos sus archivos. ¡Cuántas vueltas por Linares buscando a alguien que le solucionara el problema!. Hasta al Arzobispado fue a protestar.
—De ustedes será la culpa si no me caso, que lo sepan.
Y cuando ya se había solucionado ese problema, Miguel casi no llega a la ceremonia porque estuvo pintando desde temprano por la mañana.
Salud tardó casi un año en quitarse el odiado «don» de encima.
Miguel pensó que había desterrado la soledad.
Tomaron un autobús y se fueron de viaje de novios a Portugal.
El hombre también vive de satisfacciones.

Septiembre se convirtió en un mes fetiche para ellos. En septiembre se casaron y en otros septiembres Salud se quedó embarazada de sus dos hijas. Cuando nació la primera, fue una felicidad absoluta. A las diez de la mañana, en el paritorio de la clínica que daba a un corralón con árboles, mientras Cristina nacía, se oía el jolgorio de unos pájaros cantando. Cuando llevaron a Salud a la habitación, el recién estrenado padre le había colocado encima de la mesilla un ramito de jazmín.

sábado, 16 de febrero de 2008

HOY CUMPLE AÑOS... MARÍA DEL MAR


¡¡¡ Muchas felicidades, Mª del Mar !!!. Como no sé subir un vídeo, puedes elegir como regalito cualquiera de los que nos ha colgado Cristina anteriormente. Disfruta mucho de tu día y resérvanos un poco de alegría para el miércoles.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Exposición "Al desnudo" de Antonia Jaén

Otra actividad (esta vez, a pesar del nombre, no tiene nada que ver con la maletita roja). Se trata de una exposición de una amiga mía, Antonia Jaén (Cristina, no es Díaz, me equivoqué con la calle ¡que cabeza!) de desnudos femeninos, tiene muy buena pinta. He hablado con ella y no tiene inconveniente en explicárnosla. La inaugura el próximo día 21 en la Calle Zaragoza, 32. Si os parece bien el día 20 concretamos el día; ella puede todas las tardes, salvo los lunes y miércoles, que da sus clases en la Universidad.

¡Por cierto, admite toda clase de "cuerpitos" para pintarlos!

Un beso a todas

CANCELADA la ¡¡¡MALETITA ROJA!!!

Hola todas¡

SE HA CANCELADO LA REUNIÓN DE LA MALETITA ROJA POR FALTA DEL NÚMERO NECESARIO DE ASISTENTES, SE NOTA QUE ANDÁIS TODAS MU CONTENTITAS ¿NO?
Era necesario un mínimo de 8 mujercitas, por tanto cuando vuestros métodos naturales no funcionen y andéis con más ganas de métodos artificiales, se organiza.
No hace falta nada, solo ganas de pasarlo bien, mente abierta y lúcida y un poquito de dinero para dar una señal de aquellos artículos que preciséis en algún momento de vuestras vidas. Ah! por lo visto no hace falta comprar nada.

miércoles, 6 de febrero de 2008

SEVILLA. 1492

Supongo que será porque me quedan más genes de los que yo creía de mis antepasados los Montoto, cronistas de la ciudad y a los que todo el mundo conoce, pobres, porque en su calle está el Corteinglé, pero el libro me ha provocado una inmensa curiosidad por saber qué queda de la ciudad en la que vivió David, y me he quedado asombrada de lo mucho que nos une a pesar de los siglos transcurridos.


Creo que si teneis paciencia y os leéis este texto, que he ido seleccionando de varios sitios, con la habilidad adquirida en el "corta y pega", veréis la ciudad con otros ojos. No sólo resisten muchos nombre de calles, muchas de ellas permanecen casi como entonces, y seguro que David no se extrañaría al pasar por ellas (quizás vería extraño algunas de las antenas y cables que coronan hoy las casas)... leed y descubriréis, como yo lo he hecho, las cosas que nos unen con el protagonista de la novela.
Y se me está ocurriendo que una actividad cultural estupenda sería hacer un recorrido por esos espacios.


LA CIUDAD
El trazado callejero conservaba la fisonomía islámica, sostenida, en muchas zonas de la ciudad por la presencia de minorías étnicas -moriscos y judíos- a los que las leyes pretendieron aislar en algunas collaciones.

El deterioro de la Mezquita Mayor (Catedral) por los temporales y terremotos entre 1373 y 1394, llevó al Cabildo catedralicio al propósito en 1388 y al acuerdo firme en 1401, de levantar la catedral gótica que no se concluye hasta 1506. O sea, en la época en la que se desarrolla el libro, la Catedral está construyéndose.



En Sevilla era difícil implantar regularidad y simetría en el trazado urbano ya que carecía de plan de ordenamiento. Así pues, las calles eran estrechas, llenas de viandantes, caballerías, basuras, escombros, tenderetes, etc. Resultaba difícil transitar por las calles y plazas comerciales, llenas de puestos, tinglados y mostradores portátiles (¿habéis estado últimamente por la mañana en la calle Francos?).
Estaba dividida en 25 collaciones, cada una con su propio templo, del que tomaba generalmente el nombre, que estaba entre dos plazas, una era el lugar más concurrido, donde se celebraban las fiestas populares y se reunían los vecinos, en la otra, la parte trasera de la Iglesia, estaba el cementerio. La mayoría de estos cementerios fueron luego convertidos en plazas, y señaladas por respeto con una cruz de piedra en el ángulo exterior de la Iglesia, todavía se conservan muchas de ellas. Ésta es la razón por la que la mayoría de nuestras Iglesias están entre dos plazas. Parece que cada collación tenía su hospital propio, instituído a modo de cofradía y origen de muchas de las que hoy desfilan en Semana Santa.

Es decir, cada collación tenía su vida propia y un representante en el Ayuntamiento, era una pequeña ciudad y Sevilla como una federación de todas ellas. Sólo una, San Jorge, estaba en la margen derecha del Guadalquivir, las demás estaban intramuros, 14 siguiendo la muralla, 9 en un círculo más inferior y una en el centro de todas ellas, San Andrés, por lo que colocaron en una de sus calles un mármol en forma de concha, llamado "La Venera" que era considerado el centro geométrico de la ciudad (en José Gestoso esquina con Misericordia).

La limpieza de la ciudad dejaba mucho que desear (en eso tampoco hemos cambiado mucho...). La gente acostumbraba a arrojar a la calle los desperdicios, los restos de materiales de construcción, aguas sucias, etc. Los bandos del municipio prohibiendo tirar a la vía pública animales muertos, estiércol y aguas, o escombros y despojos junto a la muralla y el Arenal se suceden a lo largo del siglo casi con el mismo ritmo que las peticiones de los vecinos y el arreglo de los baches cuando se acercaban las fiestas. En el Arenal se levantaba el Monte del Malbaratillo, formado por las basuras e inmundicias que allí arrojaban desde tiempos remotos los vecinos aledaños.


LA MURALLA DE SEVILLA
Los límites los establecía la muralla, obra almorávide y almohade, que cerraba la ciudad a lo largo de unos 6 kilómetros. Y exterior a ella, sus dos ríos: el Guadalquivir por el oeste y el arroyo Tagarete por el este y sur; éste último ya no puede verse pues fue cubierto y desviado.

La muralla, hecha de cal, arena y guijarros, tenía su barbacana (muro anterior más bajo), separada por un foso de unos tres metros de ancho (aún puede verse perfectamente por la Macarena). Tenía entre 166 a 200 torres y casi una docena de puertas más tres o cuatro postigos. De todas las torres, la mayor y más galana era la Torre del Oro, una torre albarrana (fuera de la línea de muralla) que permitía defender el río y el acceso al puerto.

Las puertas eran:

1/ Bab al-Qatai o Puerta de la Escuadra que más tarde se llamaría Azacanes, Puerta del Oro y Postigo de Carbón, y que estaba en la calle Santander.

2/ Postigo del Aceite conservado según las reformas realizadas en 1572, junto al edificio de Correos; Era conocido así por ser el lugar por donde entraba el aceite (ver foto).

3/ Bab al-Ramla o Puerta del Arenal, en la esquina de la calle Adriano con la calle García de Vinuesa

4/ Bab Tiryana o Puerta de Triana, estaba en la calle Reyes Católicos, a la altura de la calle Santas Patronas en la confluencia de varias calles importantes de la ciudad. Su origen es almohade, era la única puerta de las murallas con tres arcos. En 1585 se reconstruyó en estilo renacentista. Fue derribada en 1868 pero su emplazamiento todavía se puede localizar en el pavimento por un tono de color distinto del acerado.

5/ Bab al-Kuhl o Puerta del Alcohol, luego llamada de Goles por deformación popular del nombre de Hércules, y por fin Puerta Real desde que entrara por ella Felipe II. Estaba en la esquina de la calle Goles con la calle Alfonso XII, y aún conserva un paño.

6/ Postigo de San Antonio, se hallaba a espaldas del convento de San Antonio de Padua (Calle San Vicente)

7/ Puerta de San Juan, también llamada del Ingenio por una máquina que estuvo allí para resistir los embates del río. Estaba en la calle Guadalquivir, entre la calle San Vicente y Torneo

8/ Bib Ragel o bib Arragel quizás provenga de bab al-Rayyal o Puerta de los Peones, pero más tarde se la llamaría de la Barqueta por la que cruzaba a la otra orilla, y también Puerta de la Almenilla por su coronación almenada. Se hallaba en la calle Calatrava, en la plazoleta del Blanquillo

9/ Postigo de la Feria o de la Basura por donde se sacaba el estiercol, al final de la calle Feria, esquina con la calle Bécquer

10/ Bab Maqarana o Puerta de la Macarena tan restaurada que no recuerda a la original

11/ Bab al-Hadid o Puerta de Hierro por estar forrada de chapas claveteadas pero los almohades ya la conocían por bab Qurtuba o Puerta de Córdoba (frente a la Iglesia de los Capuchinos, ver foto)

12/ Puerta del Sol no documentada en época árabe. Estaba al final de la Calle Sol, frente a la Trinidad. Su nombre proviene del sol que tenía grabado en piedra sobre el dintel.
13/ Bab al-maqbara o al-maqabir que se puede traducir por Puerta del Cementerio o Puerta Osario (en la plaza del mismo nombre)

14/ Bab Qarmuna o Puerta de Carmona, situada en la esquina de San Esteban con Menéndez y Pelayo. Unido a esta puerta se encontraba el acueducto conocido como Caños de Carmona. Derribada en 1868.

15/ Bab Yahwar, o bib Johar, o Minjoar que se puede traducir por Puerta de la Carne, (ver grabado) en la calle Menéndez y Pelayo a la altura de la calle Santa María la Blanca

16/ Puerta de Jerez, situada al final de la Avenida de la Constitución, en dirección al río.

17/ Puerta de San Fernando, se encontraba en la calle del mismo nombre, a la altura de la Fábrica de Tabacos.
Además habría que añadir el Postigo del Jabón mediada la calle Tintes, el postigo del Alcázar en los Jardines Murillo, y la Puerta Nueva de construcción posterior.

Las puertas se abrían a la salida del sol y durante el día permanecían abiertas, pues muchos trabajaban fuera de la ciudad en los campos de labor inmediatos, en los molinos, las viñas y las huertas que abastecían Sevilla, como la del Rey o las próximas a la Macarena, en los barrios portuarios como Triana, en los conventos extramuros como los de la Trinidad, San Bernardo o San Jerónimo, o en hospitales como el de la Sangre o el San Lázaro.


LA POBLACIÓN
Las parroquias que acogían a un mayor número de vecinos eran, por orden descendente, Santa María o Sagrario, por estar en el centro religioso, político y económico; El Salvador, Santa Ana (Triana: marineros, artesanos y hortelanos), Omnium Sanctorum (artesanos), la Magdalena (mercaderes y marineros), San Vicente (marineros, artesanos y nobles) y San Lorenzo. La parroquia de San Vicente es la que experimenta a lo largo del siglo un mayor crecimiento, quizás por su buena situación, a orillas del río, no muy lejos del centro oficial de la ciudad y con terrenos para levantar nuevas edificaciones; allí se concentra buena parte de la nobleza sevillana. Otras parroquias registran, por el contrario, un escaso número de vecinos, como las de San Bernardo, San Roque, San Ildefonso o San Román. La mayor parte de ellas estaban situadas en zonas más pobres y con una elevada población flotante.

Normalmente, los artesanos se agrupaban por calles que tomaban su nombre precisamente de la actividad que en ella se desarrollaba: Boteros, Cerrajería, Curtidurías, Chapineros, Chicarreros (fabricantes de calzado para niños), Zurradores... Muchas de esas calles aún conservan ese nombre.


EL COMERCIO
El trigo y el vino entraban por las puertas de Triana, Macarena y Carmona y se almacenaban en la Alhóndiga del Pan (calle Alhóndiga), reedificada a principios del XVI en su antiguo emplazamiento de Santa Catalina, o en los mesones del vino de la calle "Odrería" (Calle Boteros).

La Alhóndiga de la Sal traída de Cádiz, estaba desde fines del siglo XIV junto a la Puerta de El Arenal.

El aceite entraba por el postigo de su nombre para pagar los diezmos y almacenarse muy cerca.
Los hortelanos, que vivían en el norte y en Triana, vendían sus productos en la plaza de Arriba (San Isidoro y Luchana), mientras los regatones (que compraban para vender al por menor) se concentraban en la plaza del Pan o en la de El Salvador.

Los pescadores vivían en el Barrio de la Mar (Triana), La Magdalena, San Lorenzo, Omnium Santorum, y San Vicente. Tenían sus pescaderías en El Arenal, en El Salvador, y en Puerta de Triana, al final del siglo XV en la plaza de San Francisco, y al poco también en las Atarazanas.

Los cazadores vivían en la "calle de la Caza" en San Isidoro. El matadero se construye extramuros de la Puerta de Minjoar o de la Carne, al tiempo que se instala una carnicería en El Salvador junto a la pescadería.

Había cordonerías en El Salvador y en San Vicente, esparterías en San Ildefonso y Santa Catalina. La piel se trabajaba en San Miguel y San Andrés, pero el calzado se vendía en San Martín.

Hubo una calle de la Calería en San Esteban muy cerca de sus hornos en Santa Justa; caldereros en San Lorenzo, cuchilleros y cerrajeros en El Salvador, plateros, candeleros, e impresores desde 1473-74.

A través del corazón de la ciudad, su puerto, los burgaleses exportaban lana, mientras que los genoveses, que trafican con Southampton o Brujas, traen en "naves gruesas" hojas de espada, papel, azúcar de caña, y tintes. Los venecianos y florentinos usaban galeras pero, al igual que placentinos y milaneses, no prosperaron aquí. Muchos extranjeros y conversos eran prestamistas y cambistas. Del norte de España se importaba en "cocas" hierro vasco y armas. La piedra viene de la sierra, el Puerto de Santa María, o Galicia. Los robles se talan en Constantina, y los pinos bajan desde las sierras de Beas y Segura. Los barqueros se dedican al tráfico con Córdoba y Sanlúcar de Barrameda.

Los arrieros se estacionaban en la plaza de San Francisco, y los carreteros con sus bueyes en El Arenal.

Había un mercado de la calle "Ropavieja" (Álvarez Quintero), la alcaicería de la seda, la alcaidería de la loza, y el mercadillo de especieros (calle Herbolarios).

Alfonso X concede en 1254 dos ferias francas: la "feria" en la calle del mismo nombre, y la de San Miguel (27 de septiembre); también se celebraba el 15 de agosto la feria de la Asunción (desaparecida en 1432) en el Patio de los Naranjos vigilada por el almotacén, y por los alamines de la sal y la harina. Los baños públicos se abandonan excepto los de la Reina Juana anejos a San Ildefonso, y los de San Juan de la Palma.

LA PROSTITUCIÓN
Se hallaba muy extendida, sobre todo en los alrededores del puerto y en determinados barrios de la ciudad, a extramuros. La política era de tolerancia pero de concentración en lugares concretos, las llamadas mancebías, que se institucionalizaron para acoger y controlar a las mujeres públicas, La Mancebía de Sevilla estaba en el llamado "Compás de la Mancebía". Era un lugar bajo, que se anegaba con facilidad por su cercanía al río, por lo que se le llamó también "compás de la laguna".

Aunque el trazado urbano de esta zona de Sevilla ha sufrido importantes transformaciones desde los tiempos de la Mancebía hasta hoy, podríamos reconstruir el trazado casi exacto del recinto a partir de los datos fragmentarios que se poseen.

Por el lado del río, el límite oficial lo ponía el trazado de la Muralla que, desde la actual confluencia de las calles Almansa y Santas Patronas, discurría trazando un ángulo por detrás de la calle Santas Patronas, llegando hasta la calle de la Mar (García de Vinuesa). En algún punto hacia la mitad del trazado de esta calle se ubicaba una puerta secundaria del recinto, que comunicaba con el Arenal y el río, puerta o postigo -donde luego se alzó la Hermandad del Baratillo, en la calle Adriano- que fue objeto de continuos cuidados por parte de las autoridades municipales, ya que a través de ella se hacían fáciles el acceso o la huida de los rufianes y de las mismas rameras. Hacia la ciudad contaba con otra puerta denominada "el golpe" donde había un portero "guardacoimas" o "guardapostigo". Desde aquí, una tapia especialmente construida al efecto cercaba la casa pública. La tapia subía desde la desembocadura de Castelar en García de Vinuesa (calle de la Mar), discurriendo por la calle Harinas. A diferencia de la actualidad, la calle de la Mar no se comunicaba con la calle Castelar. De hecho, hasta las reformas urbanísticas emprendidas en esta parcela urbana en los años cincuenta y sesenta del siglo XVIII por mano del arquitecto Molviedro, no se daría comunicación entre ambas calles. En 1760 se inicia del derribo de la tapia y las casas que posibilitó la "entrada al sitio o Barrio de la Laguna".

La mayoría de las rameras se concentraban en el Compás aunque solían trabajar en la Resolana, San Bernardo, callejón del Agua, junto al Alcázar, murallas, hoyas de Tablada y Triana, donde había menos vigilancia y más comodidad para estos entretenimientos.


LA JUDERÍA DE SEVILLA
Los judíos tenían su propio territorio dentro de la ciudad, que estaba separado por otro muro. Fue la segunda comunidad hebrea del reino, después de la toledana, con un máximo de cuatrocientas familias en los mejores momentos del siglo XIV, unas dos mil personas. También porque hubo en ella un grupo de judíos ricos, dedicados al comercio del dinero como banqueros, prestamistas y arrendadores de impuestos (almojarifes) reales y municipales.


El barrio judío de Sevilla estaba situado al lado del alcázar, sobre una superficie de 16 Hectáreas. Al desaparecer se formaron sobre él las parroquias de Santa Cruz, Santa María la Blanca, San Bartolomé Nuevo y Barrio Nuevo. Sufrió en varias ocasiones las iras populares, pero nunca con tanta violencia como en junio de 1391 cuando, enardecido por las predicaciones del arcediano Ferrán Martínez, parte del pueblo sevillano saqueó la judería practicando el robo y la violencia. Muchos judíos murieron y otros, unas setenta u ochenta familias, se convirtieron al cristianismo. La judería quedó yerma y despoblada en su mayor parte y hubo que poblar el recinto, lo que se hizo con cristianos.

En 1396 se dona parte de la judería al Canciller Pero López de Ayala o a su hija Doña Elvira, de la que tomaron su nombre el barrio, las casas, la huerta y más tarde el corral, en la actualidad llamada Plaza de Doña Elvira. Los pocos judíos que quedaban quedaron arrinconados en la zona de San Bartolomé, hasta que en 1482 los Reyes Católicos, una vez conquistada Granada, ordenan la expulsión general de los judíos andaluces, dándole cuatro meses para vender sus propiedades. Y así acabó la Aljama de Sevilla, que se incorporó a la collación de San Bartolomé y su sinagoga pasó a ser templo parroquial.

Hubo una primera judería, que se encontraba en el lado oeste de la ciudad, donde hoy se extiende la parroquia de la Magdalena y San Lorenzo, pero desapareció en beneficio de la que se mantuvo hasta el final, concentrando la intensa actividad de los hebreos sevillanos en un solo recinto.

Fernando III favoreció a los judíos de Sevilla más que en otros lugares conquistados. No sólo les concedía grandes ventajas en el fuero promulgado para la Ciudad, sino que además les otorgó absoluta libertad de culto. Su hijo, Alfonso X llegó a donar todas las mezquitas de la ciudad a la Iglesia en 1252, pero excluyó a las tres que se encontraban enclavadas en la judería sevillana, que fueron convertidas en Sinagogas. Eran tres:


1/ El actual templo de San Bartolomé del Compás, en el que todavía es posible adivinar remotos restos de la sinagoga a pesar de las múltiples reformas efectuadas a lo largo del siglo XVIII. En todo caso, la estructura general de la iglesia es típica de la función que cumplió anteriormente.

2/ La parroquia de Santa María la Blanca, muy cerca del arco de muralla que daba acceso principal a la judería. El arco se llamó en época árabe de Bab El-Chuar, la puerta de las Perlas. La iglesia, en su estado actual, tiene gótica su entrada principal, hacia la plaza de Azueyca. Fue restaurada en el siglo XIV, pero la entrada antigua, la que servía a la sinagoga, es un portoncillo con columnas de capiteles visigóticos que da a la calle de los Archeros, hacia el lado este.

3/ De la tercera queda algo más que el recuerdo, fue anteriormente mezquita y es una de las que pasaron a depender de los judíos después del año 1252. Tras la expulsión pasó a llamarse Santa Cruz de Jerusalén, y el edificio desapareció a principios del siglo XIX. Ocupaba buena parte de la plaza de Santa Cruz, por el lado que da a la plaza de la Carnicería. Se convirtió en iglesia después de las matanzas de 1391.

Aún hubo una cuarta sinagoga, hoy convento de las monjas dominicas, al fondo de la calle de San José. El convento fue fundado en 1447, pero no se ocupó hasta cuarenta años después. De la antigua estructura pueden reconocerse todavía las armaduras mudéjares del artesonado.

La judería ocupó, en líneas generales, lo que actualmente se conoce como barrio de Santa Cruz. Tenía varias puertas de acceso, una en la calle de la Borceguinería (Mateos Gago), la de la calle de San Nicolás era la principal, y acaso otra en la calle Mesón del Moro, continuando el muro por el colegio público que se encuentra allí, y por delante de un famoso teatro, el Corral de Don Juan, que hoy ocupa la Parroquia de Santa Cruz. Seguía por Conde de Ibarra, en la que aún se conservan parte de sus murallas, y por la plaza de las Mercedarias hasta la muralla exterior de la ciudad, que desde este punto le servía de límite hasta el Alcázar, con una puerta exterior, la de la Carne.
Varias de sus calles conservan el recuerdo de la permanencia judía, muchas veces a través de leyendas. Así tenemos el ejemplo de la calle todavía llamada de Susona -entre las calles de la Pimienta y de la Vid-, que recuerda la historia de la hija cristiana que denunció a su padre y a otros conversos por conspirar para defenderse de posibles ataques en 1481.

Si queremos recorrer hoy la judería tenemos que tener en cuenta que sus límites precisos eran la puerta de Carmona, la calle de San Esteban, la de las Águilas, Abades y la Catedral, con la que lindaba. Seguía por la calle del Aceite, el Alcázar y la muralla de Santa María, por un camino que hoy está formado por las calles de Mateo Gago, Federico Rubio, Conde de Ibarra y plaza de las Mercedarias.

Tuvo esta judería su cementerio propio, situado fuera de la Puerta de la Carne, donde hoy está el aparcamiento público frente a la Diputación y el bar Modesto.

LA ALCAICERÍA DE LA SEDA
Se denominaba Alcaicería al lugar donde estaba autorizado se comerciara al por mayor con seda bruta. Después la actividad se extendió a la venta de objetos de seda elaborados, para llegar a ser conocido como el mercado de todos los productos textiles, aunque la seda siguió siendo el objeto fundamental de venta.

En ella se comerciaba con tejidos, perfumes y especias. Se trataba de una edificación monumental, que ocupaba la actual Hernando Colón, las calles aledañas (Cabo Noval, Florentín, Rodríguez Zapata y Felipe Pérez) y otros callejones. Algunos han desaparecido, pero otros aún pueden verse como callejones sin salida cerrados por rejas y puertas, y algún otro se conserva en patios interiores de algunas casas. Disponía de cuatro accesos: un arco frente a la Puerta del Perdón, otro en el extremo opuesto dando a la Plaza de San Francisco, una puerta daba a la antigua calle Génova (hoy la Avenida de la Constitución), y un postigo en la antigua calle Mercaderes.


Y AHORA OS PONGO EL PLANO DE SEVILLA, CON LOS LUGARES DONDE SE DESARROLLA NUESTRA NOVELA:



Y SI QUERÉIS PREPARAROS PARA LA VISITA A LAS ATARAZANAS: