viernes, 1 de agosto de 2008

LECTORAS CON ARTE AGOSTO. MATISSE

Me adelanto al mes, porque ya os he contado que voy a estar incomunicada en agosto y quiero ver qué sale de este cuadro cuanto antes.
Vuelve Matisse a nuestro rincón en este mes de agosto. Y vuelve porque revisando nuestra selección de lectoras con arte, esta es la que más refleja este calor que aprieta en las tardes de este mes de agosto.
Matisse era un maestro impresionista, y sus cuadros nos transmiten las sensaciones por medio del color y de un dibujo apenas esbozado, lejos de academicismos pero muy cerca del corazón. Es verdad que es uno de mis pintores preferidos, y lo es porque si fijo mi vista en el cuadro y me concentro un poco puedo verme en él y sentir por un momento lo que sentía la retratada en el momento que el maestro la inmortalizó, con esa maestría que da el conocer tanto la técnica como la psicología humana. El arte utilizado para hacernos vivir otras vidas a través de la mirada, como la literatura.
Y con este cuadro siento un calor insoportable en mi piel, que arrebola mis mejillas, y que no alivia ni el camisón más fresco de mi armario. Me he recogido el pelo y he corrido las cortinas para que ni el rayo de sol más aventurero pueda penetrar en mi cuarto, cortinas que son el parapeto impenetrable ante su osadía y que sólo dejan pasar el inquieto sonido de las valientes chicharas, que no se amedrentan con el calor en su tenaz búsqueda de pareja. Sólo pretendo dejar pasar las horas, esperando que el atardecer venga acompañado de algo de frescura y la brisa me traiga también un soplo de vida. Pero mientras, me abandono a la languidez de esta tarde de ocio y dejo que sean los personajes de la novela que descansa sobre mis piernas los que vivan, y viajo a los lugares donde habitan, paisajes más amables para la acción, y vivo sus aventuras a través de mis ojos y de mi mente, acompañando los puntos y aparte con un sorbo al té fresquito con limón que me he preparado y que me acompaña en la mesa, bien cerquita, para que un simple movimiento de la mano refresque mi paladar.


Y siguiendo con la costumbre, complemento vuestra mirada con música, en este caso con la cantante Dalida y la canción "J'attendrai" que acompaña magistralmente otra selección de cuadros de Matisse.
Que la disfrutéis y os alivie vuestras tardes estivales, ¡ea! le doy otro sorbito a mi té y me largo tarareando al jardín, que ya han parado las chicharras y eso es muy buena señal. Jatondreeee le jur e la nuiiiiiiiii! jatondreeeee!

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Pececillos coloraos.Una danza. Frutas y flores.La música. Mujeres.¡Esa pose de sus mujeres!. Un placer siempre.Inmenso. Coincido en tu gusto por Matisse.Gracias.

Cristina dijo...

Flores, flores...
No para de regalarme ramos de flores. Un día son tulipanes, otro rosas rojas. Ya no me quedan jarrones donde colocarlos. ¡Con la falta que me hace a mí un aire acondicionado!

Maria-Norte dijo...

Imposible concentrarme en el libro.
Detrás de esa puerta ha ocurrido algo, que a a pesar de ser lo que tiene que ser, ha sido grandioso despues de veinte años haciendo el amor con ese hombre.
Y no se lo puedo contar a nadie.
Despues de recuperar energias con este desayuno, sigo sintiendo esa languidez plácida, despues del agotamiento del ejercicio.
Y no se lo puedo contar a nadie.
Esta mañana al despertarme con sus caricias, me he sentido puerto seguro, tabla de salvacion, refugio caliente.
Y no se lo puedo contar a nadie.
Me he sentido deseada, requerida, sexy, guapa, apetecible.
Y no se lo puedo contar a nadie.
He sudado, temblado, he tenido escalofrios, fiebre, pasión.
Y no se lo puedo contar a nadie.
He vuelto a recitar sin sacerdote mis votos de matrimonio, casi cantando susurrando bajito.
Y no se lo puedo contar a nadie, porque ¿ a quién cuentas que esta mañana has hechado el polvo del siglo?

Cristina dijo...

¿por qué me tendré que ir mañana? ¿por qué? con la de cosas que pasan por aquí y yo, a partir de mañana sin enterarme. Es verdad que hace calor y que la playa me espera, pero ¡esta habitación azul me da tantas cosas! cada vez que mire el azul del cielo me acordaré de ellas, de sus confesiones y su ingenio, de su brillantez y su generosidad, de su risa y su ironía... ¡ay, estas paredes azules! ¡cómo me gustan!

Maria-Norte dijo...

Por favor, por favor, ¡Socorro¡, que algun alma caritativa me quite la h de echado del texto anterior

Cristina dijo...

Ahora pide socorro, ella quiere que le quiten la h ¡lo que le tienen que quitar es lo bailao! polvo del siglo, polvo del siglo... Estamos todas (o sea, yo) con los dientes largos y quiere que le quitemos la h! ¡amo, hombre! no le quito yo ni un perejil a su texto, que le ha quedado de envidia ajena...

Cristina dijo...

Vaya! Volveré de nuevo a mi libro, mi fiel compañero. Con las ganas que tenía yo de entrar en el blog y sigue como lo dejé antes de venirme a la playa... ¿Se habrán tomado en serio lo de cerramos por vacaciones? parece que sí... Bueno, querido blog, tú no te preocupes, que he conseguido un aparatito para poder sentarme este salón de paredes azules cuando quiera, y yo no te abandonaré tan a la ligera. Yo no. Porque te echo de menos.

Pilar dijo...

Lectoras con arte de agosto: llego por dos días. Gracias calendario por esperarme.
El calendario no permitió quizás que Mattisse conociera a Dalida, que Dalida jamás se tropezara sin saberlo con la modelo, que la modelo escuchara la música de la italiano-francesa que la italiano-francesa posara nunca de modelo.
La modelo, escuchando desde el fondo del cuadro una canción de Dalida. Dalida. Dalida. Inolvidable Dalida. ¿En qué pensaría Dalida cuando mató la hoja de su calendario? ¿En quién pensaba la modelo cuando posaba para el pintor? ¿Y el pintor? ¿En qué pensaba el pintor cuando pintaba la modelo? Pensar. Posar. Pintar. Partir.

Cristina dijo...

Pensar. Posar. Pintar. Partir.
Pensar en la suave caricia del pincel dibujando su cuerpo.
Posar sintiéndote el centro de su mirada.
Pintar disolviendo sus contornos con el suave y dulzón olor del aguarrás.
Partir y dejarla a ella, por toda la eternidad, sentada en su sillón.