miércoles, 12 de septiembre de 2007

EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS

Tras la veraniega lectura del libro EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS, de John Boyne, voy a apuntar aquí algunas de las conclusiones a las que llegamos (no todas, porque a nuestra secre se le fue el santo al cielo y no apuntó nada, así que todo viene de mi mente prodigiosa).

Casi todas coincidimos en que nos ha gustado, y que ha sido una lectura fácil (nos lo hemos leído del tirón en uno o dos días). No es una obra de arte, pero pensamos que debe ser entendida como una fábula con una moraleja que sirva de reflexión sobre lo estupido que es sentirse superior a otros por tener una raza o una religión diferente. Si a Bruno, hijo de un dirigente del nazismo, le cambias sus ropas caras por un pijama de rayas ¿qué queda de su raza aria?.

Nos ha sorprendido la original visión que se plantea del Holocausto nazi, desde el punto de vista de dos niños de nueve años, uno nazi, Bruno, y otro judío, Shmuel. No se recrea en el dramatismo, ya que ninguno de los dos sabe bien qué está pasando.
Narra el último año de sus vidas, separadas por la alambrada del campo de concentración de Auschwitz, que Bruno descubre desde la ventana de su habitación, desde la que divisa los barracones y unas columnas de humo que no sabe para qué sirven, y le pregunta al niño judío sobre la vida de dentro con verdadera curiosidad. Al principio piensa, con su hermana, que eso "debe ser el campo", pero al no ver animales ya no saben lo que es.

Nuestra secretaria nos trajo (y nos leyó) una crítica muy negativa de Almudena Grandes, que salió en el País Semanal, y que centró la primera parte del debate. La escritora duda de la inocencia de un niño de esa edad con respecto a la dura realidad que se vivía en ese momento. Este es el fragmento del artículo que nos leyó:

"¡Pero cómo no va a haberte gustado! Si le encanta a todo el mundo... Toma éste, anda, que acaba de salir y es buenísimo". Bueno, por lo menos es delgadito, pensó él. Se lo leyó en una tarde. Hay un niño, y tiene nueve años. Claro, que el autor no debe conocer a nadie de esa edad, porque su protagonista se comporta como si tuviera cuatro. Y su padre es nazi, pero él no sabe lo que son los nazis. Y va a un colegio nazi, pero no sabe lo que son los nazis. Y Hitler va a cenar a su casa, pero no sabe lo que son los nazis. Y su hermana tiene... ¡12 años!, pero tampoco sabe lo que son los nazis. Y a su padre le nombran jefe de un campo de concentración, y se va a vivir allí, y pasa el tiempo, y sigue sin saber lo que son los nazis. ¿Y por qué? Pues porque, si lo supiera, no podría pasar lo que pasa en la novela, y si tuviera la edad que aparenta, pues tampoco. O sea, que en vez de llaves perdidas o benefactores desconocidos, aquí se para el tiempo cuando conviene. Exactamente igual que en la peor literatura para niños."

Elena y Cristina contaron la anécdota de sus hijos, de la edad de los protagonistas, que este verano estuvieron en una "casa encantada" y están seguros de que la habitaban unos fantasmas que dejaban sus nombres escritos por las paredes, sin dudar ni por un instante de que los podían haber escrito los monitores de su campamento. Y eso que son niños que reciben continuamente información de internet, de la televisión y de sus padres, que intentan hacerles ver la realidad en la que viven, no como a Bruno, que vivía en una terrible soledad y al que sus padres no le explicaban nada de lo que pasaba, ni se comunicaban con él, y su hermana mayor ("la tonta de remate") prefería jugar sola con sus muñecas o tontear con el teniente Kotler que estar con él.

A Pepa le encantó el título del capítulo en el que Bruno conoce a Shmuel: "El punto que se convirtió en una manchita que se convirtió en un borrón que se convirtió en una figura que se convirtió en un niño", incluso lo dramatizó en la playa con sus hijos y casi pierde al pequeño, que pasó de ser un punto a no verse.

También le gustó la frase con la que Bruno le explica a Shmuel porqué quiere hacerse explorador: "Cuando exploras lo más importante es saber si lo que has encontrado merece la pena. Hay cosas que sencillamente están ahí, sin molestar a nadie, esperando que las descubran. Por ejemplo, América. Y otras cosas seguramente es mejor dejarlas en paz. Por ejemplo, un ratón muerto en el fondo de un armario. Tú eres de los primeros".

Y le dio muchísima ternura cuando eligen a Shmuel para que limpiara los vasos para la fiesta que iban a celebrar en casa de Bruno porque sus pequeños dedos eran los únicos que entraban con facilidad y se dan cuenta de la diferencia entre las manos de ambos.

A Cristina le conmovió la añoranza que los dos niños tenían de su vida anterior, la de Bruno en Berlín y la de Shmuel en Polonia en su casa sobre el taller de relojes de su padre. Ninguno de los dos estaba contento con su presente, incluso Bruno envidiaba en parte la vida de Shmuel, porque en su lado de la verja había más niños con los que jugar, y además ellos tenían una insignia y él no.

La frase que más le impactó fue la que Bruno le dijo a su padre "¿has hecho algo mal en tu trabajo? Ya sé que todos dicen que eres un hombre importante y que el Furias tiene grandes proyectos para ti, pero no te habría enviado a un sitio como éste si no hubiese tenido que castigarte por algo".

Marga tenía la duda de si Pavel era el abuelo de Shmuel, ya que coincide la desaparición del anciano tras la discusión con el teniente Kotler en la cena en casa de Bruno con la preocupación de Shmuel por la desaparición de su abuelo. No supimos aclarárselo, ya que en una parte Shmuel le dice que está allí con su padre y su hermano.

Acabo de recordar una película que tiene alguna relación con lo que habla el libro, no sé si la habréis visto, se llama Europa, Europa (de 1990) y podríamos verla juntas porque es buenísima. En ella un chico judío es separado de su familia durante la Segunda Guerra Mundial y acaba refugiado en un orfanato soviético. Cuando los alemanes invaden la Unión Soviética, el orfanato es destruido y cae en manos de los nazis. Para sobrevivir se hace pasar por un huérfano ario alemán. Pronto le hacen mascota del regimiento, modelo de la raza aria y, por casualidad, se convierte en héroe de guerra. Como compensación es llevado al corazón de Alemania nazi formando parte de las juventudes hitlerianas. En su empeño por la supervivencia, Solly interpreta con tanta convicción su papel que su propia identidad está en peligro. Está basada en la historia real de Solomon Perel.

María del Mar dijo que se imaginaba el final, con lo que no estuvimos de acuerdo las demás, a las que nos sorprendió el desenlace, sobre todo cuando en el antepenúltimo capítulo están preparando la casa de Berlín para volver, y le quedan a Bruno dos días allí. Ella dice que se imaginaba que uno de los dos iba a acabar mal, y que cuando Bruno se metió bajo las alambradas ya sabía lo que iba a pasar.

La crónica rosa de la novela fueron los comentarios sobre los cuernos que le ponía la madre de Bruno a su marido con el teniente Kotler, que casualmente dormía en la casa cuando el padre se iba a Berlín, y cuando lo destinaron a otro sitio ella se aficionó demasiado a los "licores medicinales".

A mi me ha gustado especialmente (y creo que Julia Carlota estará de acuerdo conmigo, porque le pega mucho, aunque no lo habláramos ayer) el personaje de la abuela artista de Bruno, una mujer divertida, de gran vitalidad y la única que se enfrenta abiertamente a su propio hijo para intentar hacerle vez la estupidez y crueldad del trabajo que desempeña. Le dice, cuando él se prueba su nuevo uniforme: "¿Guapo? ¿Has dicho guapo? ¡Qué ingenua eres! ¿Crees que eso es lo que importa? ¿Estar guapo? Estar guapos con vuestros elegantes uniformes, disfrazaros y hacer esas espantosas cosas que hacéis. Me da verguenza".

Y YO ME QUEDARÍA CON LA FRASE FINAL:
"Y así termina la historia de Bruno y su familia. Todo esto, por supuesto, pasó hace mucho, mucho tiempo, y nunca podría volver a pasar nada parecido.
Hoy en día, no"

¿SEGURO?...

2 comentarios:

pepa dijo...

¡madre mia cristina¡¡que "faltica" (como dicen en almeria)estabas del blog¡ ¿y el papelito manchado de la secre-marga te ha dado para todo eso? seguro que tenías una grabadora secreta? Ahora en serio, está genial y además parece que estuvimos toda la cena hablando de libros ¡nada mas lejos de la realidad¡ aunque bueno la verdad q con las conversaciones q tuvimos tan interesante podíamos escribir nuestro propio libro ¡pa eso somos mujeres de mundo y con mucha lengua¡ Por cierto ¿q hago con la carta que te comenté? Bueno seguimos conectadas. ah¡ lo del cafelito del café será antes del próximo encuentro?

pepa dijo...

he escrito muy rápido pq me iba a planchar(que bonita es la vida de las mujeres de mundo y lengua¡)y me he equivocado en mi comentario: quería decir lo del cafelito de isabel