domingo, 24 de febrero de 2008

COMENTARIOS DE RÉQUIEM POR UN MARRANO

Habíamos decidido no preparar las preguntas de antemano y dejar que la espontaneidad fluyera libremente, y fue un acierto. Claro que el primero que contribuyó a que todo fuera tan bien fue nuestro escritor invitado, Luis Felipe Campuzano que es un dechado de virtudes (pillín, seguro que entras en el blog...) y que facilitó mucho la comunicación, a pesar de que Elena no se quedaba con su nombre y cada vez lo llamaba de una manera, pero eso son cosas de la edad y hay que perdonarla.
De hecho él rompió el hielo, empezando la reunión al situarnos en 1492, exponiendo los tres hechos cruciales que confluyeron ese año en España: el final de la Reconquista, la expulsión de los judíos y el descubrimiento de América. La fuerza de ese año le empujó a elaborar una trama con la Inquisición y la expulsión de los judíos como plato fuerte.

Contó cómo había escrito el libro de aeropuerto en aeropuerto, rodeado de legajos mientras esperaba sus vuelos. Rocío confesó que ella había contribuido a acercar la novela a la tierra, porque se lo había leído en el autobús, en la línea 20 polinganera.
Preguntado por las fuentes en las que se había basado, nos comentó que principalmente habían sido otros libros y tesis sobre el tema. Eso se nota en el libro, que aporta muchísimos datos sobre la Sevilla de la época, quizás lo que más nos ha gustado y sorprendido del libro, y con lo que hemos aprendido muchísimo de los oficios, técnicas de navegación, partes de los barcos...
Contó también que esta fue su primera novela, aunque anteriormente había escrito un par de cómics, uno sobre el triunfo de la selección española de baloncesto en Japón, titulado “Big in Japan” y otro sobre la historia del Sevilla “Olé mi Sevilla”.
Su segunda novela fue “El músico de Stalin”, ambientada también en Sevilla, en la Hermandad de la Caridad, y que habla del traslado del oro del Banco de España a Moscú en la Segunda República. Y actualmente está preparando otra tercera sobre diversas órdenes militares y religiosas medievales.

Ángela destacó un regalo colateral del libro con el que todas estuvimos de acuerdo: cómo paseamos tras su lectura por las calles de Sevilla, con qué ojos vimos las Atarazanas esa misma tarde, de qué manera buscamos indicios en nuestra ciudad que nos transporten a la época descrita en el Réquiem. (Yo, Cristina, la ausente, he disfrutado sobremanera al descubrir todo lo que nos queda de la Sevilla por la que paseaba David, y al recuperar muchas palabras que estaban en mi fondo de armario y que han salido a la luz de nuevo, como zapatiesta, he aprendido de náutica y de oficios artesanos. Ahora veo la ciudad con otros ojos y me ha encantado descubrir que nombres de calles por las que llevamos toda la vida pasando aún conservan los nombres de los gremios que albergaban, por ejemplo, ahora sé que cuando en época de David querían comprar zapatos infantiles iban a Chicarreros a por ellos o que en la calle Feria había ya entonces un mercado...).

Rocío preguntó qué habría pasado si hubiera existido conciliación entre judíos y cristianos, si los judíos no hubieran sido expulsados de España. Luis Felipe estaba seguro de que habríamos evolucionado más y más rápido, a pesar de reconocer que actualmente los judíos están jugando sucio en Oriente Próximo.

Ante algunas expresiones anacrónicas utilizadas (como cuando dice "ese tío", "no entiendo ni papa" cuando la papa llegó de América, o "comerse un marrón"…) el autor comentó que era una novela, y que se había permitido esas licencias, aunque confesó que le habían hecho en alguna que otra ocasión el mismo comentario.

Empezamos a hablar del oficio de la escritura y de su próximo libro, y nos comentó que el editor le recomendó que añadiera alguna escena tórrida en su segundo libro, pero que a él le resulta difícil hacerlo por la educación que ha recibido. Rocío le animó a que lo hiciera porque considera que, las que están bien escritas, son un deleite para el lector (aquí hubo risitas escolares, y Rocío las reprendió diciéndole que no fueran mojigatas...). Luis Felipe dijo que además sus hijos eran sus primeros lectores y que le daba pudor, y que incluso su padre le preguntó si la escena de la Marchenera y Fermín había sido necesaria.
Ya que sacamos el tema de la Marchenera había una duda general, que Cristina ya le planteó en el primer encuentro que tuvieron con él, y es la razon por la que la única mujer que aparece es una puta vieja y gorda, la Marchenera. Luis Felipe no supo defenderse, dijo que no lo sabía, que no se lo había ni planteado, y que en su segunda novela pasa lo mismo... en fin, que pintamos poco literariamente para él las mujeres, va desde aquí nuestra puyita, esperando que cale en su creatividad y seamos una fuente de inspiración más benigna para futuras novelas.

Marga le dijo que el libro estaba escrito bajo una óptica bondadosa, y que hasta el Inquisidor Provincial estaba visto como un héroe. Él dijo que lo que quería era hablar sobre los valores, de los que está falta esta sociedad. Reconoce que su Inquisición es benévola. Incluso Rocío le dijo que el final, en el que David muere abrazado a una cruz es como un “happy end”, que la novela intenta conciliar judaísmo y cristianismo con los dos amigos, pero que no considera necesaria esa muerte, David podría haber muerto como judío. Marga le dijo que parecía que había un compromiso religioso, y él dijo que sí, que él era muy religioso, por lo que en el libro hay mucho del alma de Luis Felipe.

Marga quiso que le aclarara la denuncia del Marqués, que no entendía que tirase piedras contra su propio tejado, pero él dijo que lo hizo por avaricia para que no le cerraran el local. Y que el Marqués no contaba con la osadía y la valentía del Inquisidor.

Ángela quiso saber cómo construye él un libro y dijo que la historia nunca puede ser lineal, que así no tiene mérito. Traza una línea, un extremo es el punto de partida y el otro la meta, y en medio va entremezclando historias y personajes, que siempre están basados en personas a las que conoce: busca un referente real y lo plasma en el libro. (Dios mío... ¿en quién se habrá basado para la Marchenera?)
En fin, un éxito de cena y un acierto la elección de nuestro primer escritor invitado, Luis Felipe Campuzano, al que de nuevo le damos las gracias (por si su curiosidad le trae a nuestro blog) no sólo por perder una noche para acompañarnos sino también por quitarnos el miedo escénico que teníamos a enfrentarnos a un profesional de la literatura, siendo nosotras sólo unas aficionadas a la lectura pero con muchas ganas de aprender más cosas sobre los libros que leemos y de los autores que los crean. Objetivo cumplido. Ha sido un placer este primer encuentro, que ha dejado el listón bien alto para los futuros escritores que invitemos. Y gracias también a MariÓ por haber hecho posible este encuentro con él.
Resultado de la votación del blog:
Votos: 6
Me ha gustado muchísimo: 4
Me ha gustado regular: 2

6 comentarios:

Anónimo dijo...

secre,¡pero qué bien te han salido los deberes!...

Y yo añadiría - aunque se asome Luisfe no importa, porque ya se lo dije - que efectivamente el happy end me sigue sin convencer a pesar de lo dicho, y es precisamente porque si lo que quiere destacar es una serie de valores qué mejor reflejado que en la profunda amistad y respeto que se tienen los dos amigos por encima de sus convicciones religiosas, o en la entrega del médico judio, etc,etc ¿no?.

En cuanto a tu comentario del marqués...¡cuántos más como él!..cuánto sinvergüenza amparado en la creencia, ¡cuán osados!, que son más listos que el resto... (omito nombres por todas conocidos gracias a los "medios").

Bueno, y como cotilleo, falta decir que no logramos arrancarle quiénes habían sido sus referentes para perfilar “ciertos personajes”…ejem,ejem.

Anónimo dijo...

Marga, te felicito, lo has bordado. Siento no haber podido cumplir mi promesa de echarte una mano, pero también ando de hospitales y el fin de semana ha sido un poco duro. Enhorabuena de nuevo.

Marga dijo...

No te preocupes, Ángela, tuve muchas manos, las de Elena, Rocío, Mª del Mar y ¡cómo no! las de Cristina, que a pesar de no haber ido a la reunión parecía que nos había estado mirando por un agujerito. Se ventiló en un ratito casi todos los comentarios del libro y yo había estado hasta las tres de la mañana con el acta. ¡¡¡Menos mal que tengo otras virtudes!!!

Cristina dijo...

Anda, Marga, no te quites mérito! Lo hiciste requetebien, las demás sólo estuvimos liando y cotilleando un poco de la reunión. En realidad yo sólo he añadido puyitas, en mi línea...

Anónimo dijo...

¿Qué día es la próxima reunión? No lo recuerdo.

Cristina dijo...

próxima cita para el día 25 de marzo, martes, a las 21 h. (está en el acta del 8 encuentro). Por cierto ¿cómo sigue tu hermana?