Las Reales Atarazanas de Sevilla abren sus puertas a “Hoy Libro”
Sevilla, 21/02/2008
A la espera de que se acometa la rehabilitación y adecuación de este histórico edificio para convertirlo en «un referente museístico internacional», la Fundación Museo Atarazanas y la Consejería de Cultura inauguraron el pasado día 19 un programa de visitas guiadas para escolares, al que seguirán otras actividades como el I Encuentro de Astilleros Históricos del Mediterráneo entre el 23 y el 26 de abril y la exposición sobre el Titanic, la muestra itinerante más importante del mundo, prevista para el mes de septiembre.
Como hecho excepcional y gracias a la labor de nuestra “alma mater” -la Ilma. Sra. Doña Cristina– en colaboración con “MariaLaraysumaridín”, las Reales Atarazanas también abrieron ayer sus puertas a las mujeres de “Hoy Libro”, que pudimos disfrutar de una visita guiada de la mano del mísmísimo director de la Fundación, Manuel Nuñez de la Fuente –don José Luis, para algunas– y viajar a través del tiempo hasta el medievo, cuando esta ciudad estaba a punto de convertirse en el puerto más importante del mundo.
En este viaje llegamos al recinto mudéjar construido en 1252, por mandato del rey Alfonso X el Sabio, fuera de la muralla almohade de la ciudad y sobre la que se apoya en el tramo que ésta unía las Torres del Oro y de la Plata, entre las Puertas del Carbón y del Aceite.
Nos cuenta Manuel que fueron creadas para la construcción de navíos al objeto de abastecer de galeras a la Real Marina de Castilla, y lógicamente para la entrada y salida de éstas hasta el rio Guadalquivir, con el fín de controlar desde el estrecho de Gibraltar las invasiones norteafricanas. Y que su trama arquitectónica disponía de diecisiete grandes naves de 100 m. de longitud, 10 m. de latitud y 10 m. de altura, dispuestas en perpendicular al río, y diseñadas cada una de ellas a partir de dos líneas paralelas de grandes pilastras de ladrillos de los que arrancan arcos levemente apuntados, formándose así los paramentos portantes de las cubiertas, las cuales, presumiblemente, eran estructuras de madera de “par y nudillo” recubiertas de tejas, y con un sistema de recogida de aguas pluviales mediante canales-acueductos.
…estando inmersas en la historia que nos cuentan estos muros, y entre el juego de luces y sombras que despiden, nos tropezamos de repente con alguien durmiendo en el suelo y roncando como un bendito… Nuestro “almirante” y jefe de expedición se incomoda y se pregunta quién será. Hay unos momentos de tensión y algo de desconcierto…
¡pero bueno! ¡mira quién es!... un auténtico carpintero de ribera (como “nuestro marrano David”) que, aunque molestado en su siesta por nuestra presencia y sorprendido por nuestras vestimentas y accesorios, nos perdona la intromisión en su taller y nos invita a jugar con un puzzle gigante que tiene la imagen de una galera del S. XIV, pudiéndonos hacer así una idea de las medidas que tenían los barcos que él mismo construía y reparaba allí.
Nos despedimos, y previas fotos (sí, sí… ya he dicho que nos habíamos embarcado con todos nuestros bártulos y última tecnología del siglo XXI... ¡somos así!) seguimos nuestro viaje y llegamos a la segunda mitad del siglo XV viendo cómo el edificio abandona su uso inicial y empieza a ser objeto de continuas transformaciones a lo largo del , asumiendo funciones de aduana, pescadería, almacén de salazón, etc, llegando incluso, hasta hace unos años, a ser taller de reclutamiento -tiempo en el que el marido de más de una, según cuentan las malas lenguas, llegó a entrar siendo mozo, "como camino del matadero, con la cartillita blanca en la mano deseando que, por fin, ese año le tocara excedente de cupo"-.
Y continuamos hasta 1641 pudiendo ver cómo se destinan cinco de sus naves, desde la octava a la decimotercera (contabilizadas desde el flanco norte lindante con el arrabal de la Carretería y el Postigo del Aceite), a las obras de construcción del Hospital de la Santa Caridad.
¡Y seguimos viajando!... hasta 1719 (aunque recordando que ya, en pleno reinado de Felipe II, sobre el 1587, pudimos ver el primer asentamiento de las dependencias artilleras en las Atarazanas), que es cuando descubrimos el sonido de las botas de los militares en las cinco primeras naves que se disponen para el almacenaje de artillería y unos años más tarde, en 1762, asistimos al inicio de las grandes reformas del Cuerpo de Artillería, que influirán definitivamente en el futuro de las instalaciones. De hecho, tan sólo tenemos que viajar un año más para que se dé el primer impulso importante al edificio, destinado a que en Sevilla se cuente con un depósito de carruajes y pertrechas para suministrar a las tropas, que acaba traduciéndose en una ampliación de la capacidad de los talleres y almacenes con la anexión de dos naves más y que son las que completan las siete actuales.
Transcurriendo 1782, las Maestranzas de Cádiz y Málaga se refunden en las de Sevilla, quedando ésta como abastecedora única de Andalucía y Extremadura y, un año más tarde, también de las Américas Españolas. Esto provoca una nueva ampliación, materializada en una operación arquitectónica que configura el edificio tal y como lo encontramos hoy, y presumiblemente enterrado unos cuatro o cinco metros desde su nivel originario.
¿Y en el lugar de las cinco naves restantes ?.......el actual edificio de la Delegación de Hacienda.
Fin de nuestro fascinante viaje y de la historia de las Reales Atarazanas, siempre unida al río Guadalquivir … ¡y, sorpresa!... no podemos irnos sin visitar el espacio expositivo que ha dispuesto la Fundación en una de las naves. En él cuentan con tres maquetas, que fueron fabricadas para la Exposición Universal de 1992, representando la evolución urbanística de tres momentos históricos en la ciudad -la época romana, la época musulmana y el siglo XVI– y un audiovisual narrando la historia de Sevilla en un diálogo precioso entre el río y la ciudad que nos lleva a entender la vocación marítima y comercial de ésta desde sus inicios hasta la actualidad.
Sevilla, 21/02/2008
A la espera de que se acometa la rehabilitación y adecuación de este histórico edificio para convertirlo en «un referente museístico internacional», la Fundación Museo Atarazanas y la Consejería de Cultura inauguraron el pasado día 19 un programa de visitas guiadas para escolares, al que seguirán otras actividades como el I Encuentro de Astilleros Históricos del Mediterráneo entre el 23 y el 26 de abril y la exposición sobre el Titanic, la muestra itinerante más importante del mundo, prevista para el mes de septiembre.
Como hecho excepcional y gracias a la labor de nuestra “alma mater” -la Ilma. Sra. Doña Cristina– en colaboración con “MariaLaraysumaridín”, las Reales Atarazanas también abrieron ayer sus puertas a las mujeres de “Hoy Libro”, que pudimos disfrutar de una visita guiada de la mano del mísmísimo director de la Fundación, Manuel Nuñez de la Fuente –don José Luis, para algunas– y viajar a través del tiempo hasta el medievo, cuando esta ciudad estaba a punto de convertirse en el puerto más importante del mundo.
En este viaje llegamos al recinto mudéjar construido en 1252, por mandato del rey Alfonso X el Sabio, fuera de la muralla almohade de la ciudad y sobre la que se apoya en el tramo que ésta unía las Torres del Oro y de la Plata, entre las Puertas del Carbón y del Aceite.
Nos cuenta Manuel que fueron creadas para la construcción de navíos al objeto de abastecer de galeras a la Real Marina de Castilla, y lógicamente para la entrada y salida de éstas hasta el rio Guadalquivir, con el fín de controlar desde el estrecho de Gibraltar las invasiones norteafricanas. Y que su trama arquitectónica disponía de diecisiete grandes naves de 100 m. de longitud, 10 m. de latitud y 10 m. de altura, dispuestas en perpendicular al río, y diseñadas cada una de ellas a partir de dos líneas paralelas de grandes pilastras de ladrillos de los que arrancan arcos levemente apuntados, formándose así los paramentos portantes de las cubiertas, las cuales, presumiblemente, eran estructuras de madera de “par y nudillo” recubiertas de tejas, y con un sistema de recogida de aguas pluviales mediante canales-acueductos.
…estando inmersas en la historia que nos cuentan estos muros, y entre el juego de luces y sombras que despiden, nos tropezamos de repente con alguien durmiendo en el suelo y roncando como un bendito… Nuestro “almirante” y jefe de expedición se incomoda y se pregunta quién será. Hay unos momentos de tensión y algo de desconcierto…
¡pero bueno! ¡mira quién es!... un auténtico carpintero de ribera (como “nuestro marrano David”) que, aunque molestado en su siesta por nuestra presencia y sorprendido por nuestras vestimentas y accesorios, nos perdona la intromisión en su taller y nos invita a jugar con un puzzle gigante que tiene la imagen de una galera del S. XIV, pudiéndonos hacer así una idea de las medidas que tenían los barcos que él mismo construía y reparaba allí.
Nos despedimos, y previas fotos (sí, sí… ya he dicho que nos habíamos embarcado con todos nuestros bártulos y última tecnología del siglo XXI... ¡somos así!) seguimos nuestro viaje y llegamos a la segunda mitad del siglo XV viendo cómo el edificio abandona su uso inicial y empieza a ser objeto de continuas transformaciones a lo largo del , asumiendo funciones de aduana, pescadería, almacén de salazón, etc, llegando incluso, hasta hace unos años, a ser taller de reclutamiento -tiempo en el que el marido de más de una, según cuentan las malas lenguas, llegó a entrar siendo mozo, "como camino del matadero, con la cartillita blanca en la mano deseando que, por fin, ese año le tocara excedente de cupo"-.
Y continuamos hasta 1641 pudiendo ver cómo se destinan cinco de sus naves, desde la octava a la decimotercera (contabilizadas desde el flanco norte lindante con el arrabal de la Carretería y el Postigo del Aceite), a las obras de construcción del Hospital de la Santa Caridad.
¡Y seguimos viajando!... hasta 1719 (aunque recordando que ya, en pleno reinado de Felipe II, sobre el 1587, pudimos ver el primer asentamiento de las dependencias artilleras en las Atarazanas), que es cuando descubrimos el sonido de las botas de los militares en las cinco primeras naves que se disponen para el almacenaje de artillería y unos años más tarde, en 1762, asistimos al inicio de las grandes reformas del Cuerpo de Artillería, que influirán definitivamente en el futuro de las instalaciones. De hecho, tan sólo tenemos que viajar un año más para que se dé el primer impulso importante al edificio, destinado a que en Sevilla se cuente con un depósito de carruajes y pertrechas para suministrar a las tropas, que acaba traduciéndose en una ampliación de la capacidad de los talleres y almacenes con la anexión de dos naves más y que son las que completan las siete actuales.
Transcurriendo 1782, las Maestranzas de Cádiz y Málaga se refunden en las de Sevilla, quedando ésta como abastecedora única de Andalucía y Extremadura y, un año más tarde, también de las Américas Españolas. Esto provoca una nueva ampliación, materializada en una operación arquitectónica que configura el edificio tal y como lo encontramos hoy, y presumiblemente enterrado unos cuatro o cinco metros desde su nivel originario.
¿Y en el lugar de las cinco naves restantes ?.......el actual edificio de la Delegación de Hacienda.
Fin de nuestro fascinante viaje y de la historia de las Reales Atarazanas, siempre unida al río Guadalquivir … ¡y, sorpresa!... no podemos irnos sin visitar el espacio expositivo que ha dispuesto la Fundación en una de las naves. En él cuentan con tres maquetas, que fueron fabricadas para la Exposición Universal de 1992, representando la evolución urbanística de tres momentos históricos en la ciudad -la época romana, la época musulmana y el siglo XVI– y un audiovisual narrando la historia de Sevilla en un diálogo precioso entre el río y la ciudad que nos lleva a entender la vocación marítima y comercial de ésta desde sus inicios hasta la actualidad.
"…en Sevilla puede descifrarse, como en pocas ciudades del mundo, el secreto del agua, su condición única de fuente vital. En las aguas de su río, el Guadalquivir, se han escrito algunos de los momentos más brillantes de sus memorias..."
Como reseña final, decir que entre las afortunadas asistentes que nos echamos a las mojadas calles de Sevilla a las cuatro de la tarde, algunas con el postre aún sin digerir, se encontraban las muy respetables señoras condesa delcorteinglés doña Angela, y su hermana Marió, la infanta Julia Carlota con su gran amiga la marquesa de nomeacuerdodetunombre, doña Elena, la excelentísima secretaria general de palenciatambiénexiste, doña Marga, acompañada por las ilustrísimas doña Mª del Mar y doña Angeles, así como por la condesa de menudorollooshesoltao doña María. Para todas ellas, una muy bonita tarde, y más interesante si cabe, con la pena de no disfrutarla con las ausentes, y el enorme agradecimiento a las patrocinadoras de tan magnífico evento que nos ha permitido oir de nuevo las voces de calafates y aventureros, pregonando esta vez las grandezas del pasado y la esperanza en el futuro.
5 comentarios:
Quiero agradecerle a Doña María por la magnífica exposición que ha hecho de la visita a las Atarazanas, en la que me he trasladado como si estuviera colgada de vuestros brazos a través de las naves en las que estuvo trabajando nuestro David (alias el marranillo de la Alcaicería). Un placer
Pasmá me he quedao! Qué magnífica exposición de nuestra visita a las reales atarazanas has hecho!. Te recuerdo que mi querídísima hermana también tiene título nobiliario "la condesadescabezada, doña María de la O, alías "la rodillas".
Fdo: "la condesa delcorteinglés".
Excelentísima condesa de menudorollooshesoltao: ya tiene colgadas sus fotos. Espero que le agraden tanto como a mí me gusta su crónica, aunque le recomiendo que solicite a la condesa del blogmasterdelmundomundial que las coloque un poco mejor.
la condesa de blogmasterdelmundomundiá no ha tenido que hacer nada. Están perfectamente colocadas, guapa.
¡qué monas estáis todas en la foto de grupo! vamos, hasta la marquesa del collarín está mona...
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