lunes, 6 de octubre de 2008

EN BUSCA DEL NORTE DEL CANTE

Excelente elección la de Elena: domingo en busca de los orígenes del flamenco, de coplillas por las calles de Sevilla, con un sol que maravilla ¡arsa y toma!... la soleá la dejamos pa otro día, porque formamos un grupo bien numeroso. Mi voz no me sale del cuerpo, más bien parece que está atrincherada en lo más hondo de mis entrañas ¡ay pena, penita, penaaa, con la de cosas que pasan por mi cabeza y no logran salir de mi boca!

Estábamos citadas a las 12 menos cuarto en la puerta del hotel, porque la visita empezaba a las 12 en la puerta de la Iglesia de San Marcos. Yo llego por los pelos gracias a mi moto, que me lleva rauda y veloz por las calles del casco norte de Sevilla y me las encuentro a todas enfilando la calle Feria, inconfundibles, bulería de mujeres dispuestas a la juerga. (Gracias, Marga Cáceres por mandarme el documento gráfico ¿a que es mona mi moto?)


En la iglesia mudéjar de San Marcos nos encontramos con Ismael, nuestro risueño guía, que dice que él no está allí por ser un gran conocedor del flamenco, sino por ser simpático, y ríe feliz de su ocurrencia. Comienza explicando cómo esa zona de Sevilla fue cuna de grandes flamencos, mucho más desconocida que la turística Triana, y que muchos de los que han escrito su historia empezaron a hacer sus pinitos en tablaos, bares, tabernas, cafés cantantes y academias de las que se repartían por las estrechas calles que vamos a recorrer. En este barrio en el que la convivencia era muy estrecha entre los vecinos (demasiado en algunos casos, pues lo normal era vivir en corrales de vecinos, donde la intimidad brillaba por su ausencia), barrio popular y humilde, habitado por muchos gitanos. El flamenco, nos contaba Ismael, podía ayudar las maltrechas economías familiares, gracias a las fiestas que daban los señoritos, verdaderos mecenas en momentos difíciles, y los niños aprendían de escuchar a sus madres mientras tendían la ropa o hacían el puchero. Artistas que tomaban el nombre artístico de sus madres, por lo de ¿y tú de quién eres?... "yo... de La Malena"

Actualmente se está haciendo una gran labor para revalorizar este barrio que ha sido durante muchas décadas un sitio donde no se podía entrar si apreciabas en algo tu vida, y ahora se está repoblando por una juventud moderna y cosmopolita.

En la calle San Luis, una deshabitada y ruinosa casa guarda la memoria de Manuel Vallejo. Pasamos por la peña flamenca Manolo Caracol, en la calle Divina Pastora, para detendernos en la Plaza del Cronista, donde aprendemos algo sobre José Torres Garzón, llamado Pepe Pinto, marido de La Niña de los Peines ("un calzonazos", en palabras de Ismael), y sobre la triste y corta vida de Manuel Vega Pinto, el Carbonerillo, que empezó pregonando el carbón que vendía su padre y acabó cantando por fandangos sus desamores, como si de fascículos de un culebrón se tratara, amores y desamores que ahogaba en el alcohol que le produjo el deterioro y la muerte a los 31 años. A pesar del poco tiempo que tuvo fue un gran impulsor del fandango, cantándolo con un estilo propio acompañado por la guitarra del Niño Ricardo.

"Por las lágrimas se va
La pena grande que se llora.
Por las lágrimas se va.
La pena grande es la pena,
Que no se puede llorar.
Esa no se va, se queda”

Nos desviamos un poco de la ruta para admirar la fachada de la soberbia iglesia barroca de San Luis.


En la plaza de la Cruz Verde, Ismael nos cuenta la historia de Estrellita Castro, famosa por el caracolillo en su frente, tanto que por expresa voluntad fue enterrada con él. Aprendió a bailar en la academia del Realito a cambio de limpiar allí y fue la auténtica creadora de lo que hoy se conoce como canción andaluza. Amiga de Lorca, Falla y de todos los escritores de la generación del 27, que ayudaron a que el flamenco tuviera un prestigio que había perdido. Pero sobre todo nos contó los chascarrillos de la madre de Estrellita, Sebastiana:

La primera vez que montó en avión la engañaron ya que le daba auténtico pánico. Su hija la engañaba diciéndole que era un autobus. Cuando despegó y se vió en los aires empezó a gritar desesperadamente, ¡dile al chófer que pare ya!. Una azafata se acercó a ella y para tranquilizarla le dijo ¿Quiere usted tomar algo?, y le respondió con mucha tranquilidad: "¡Sí!, mireusté me va a pone una copita de anis Clavel".

En otra ocasión se encontró con Jacinto Benavente, escritor y poeta muy destacado en el franquismo:
-¡Don Jacinto, Don Jacinto! ¿Sabeusté que tengo un hijo que es como usté?
-¿Escritor?
- ¡Nooo! ¡maricón!

¡Menuda era la Sebastiana! Cuando murió, Estrellita estaba de gira por América y Fraga, entonces Ministro de Información, la hizo embalsamar, para que a su vuelta su hija pudiera contemplar por última vez su cuerpo ya sin vida.

En la Alameda de Hércules había muchos espacios donde el flamenco estaba a la orden del día: colmaos donde a la vez que una copita de manzanilla escuchabas el mejor flamenco, tablaos o cafés cantantes como “Las siete puertas” o "El Novedades", donde destacaba el taconeo de La Malena o la Macarrona, o la academia del Maestro Realito en la esquina con la calle Trajano, de donde salieron muchos artistas famosos como Antonio el bailarín, o su pareja artística desde la infancia y durante muchos años, Rosario; También había sitios más "peligrosos", locales de alterne donde en unas salas se escuchaban coplillas y en otras, más oscuras pasaba de todo lo que quisiera el cliente. Diferentes modos de disfrutar del flamenco, vamos.

Ismael nos contó que al estar prohibida la asociación en época de Franco, en "Los Majarones" todos los socios eran presidentes: ¡165 presidentes!. Algo así vamos a tener que hacer nosotras si nos asociamos.

De la Alameda también salió la primera en usar bata de cola, Pastora Imperio, (sección Karmele Marchante: Estuvo casada durante un año con el famoso matador de toros Rafael El Gallo y posteriormente con el también torero "Gitanillo de Triana", o sea, que por lo tanto, era la nuera de Gabriela Ortega Gómez y cuñada de Ignacio Sánchez Mejías..., vamos, que los cuernos estaban a la orden del día en esa familia).

Otro que salió de ese barrio fue el inigualable y carismático Manolo Caracol, pareja durante muchos años (artística y en la vida real) de la gran Lola Flores.

tan sólo y triste me hallo
a to las horas del día
que hasta el habla me se olvía
y si me hablas me callo
pensando en la pena mía.

¡Ay, Manolo, qué razón tienes, arma mía!

Pero sobre todo Ismael destacó la historia de Gabriela Ortega Gómez, la de la voz de estaño. De estirpe torera, madre de Joselito y Rafael El Gallo y suegra nada menos que de Ignacio Sánchez Mejías, al que Lorca le cantó tan bien cantado: No hubo príncipe en Sevilla que comparársele pueda, ni espada como su espada, ni corazón tan de veras. Gabriela llevó la poesía más importante del pasado siglo por los teatros, cantó a Lorca y a Alberti, y tuvo que exiliarse por ser valiente y recitar a los poetas prohibidos por el Régimen, siendo más querida y conocida en otros países. Recitadora, cantaba, bailaba y toreaba el verso, con su voz de trueno sollozante.

Y ya, con el tiempo inexorablemente pisándonos los talones, llegó el momento de despedirnos, fotos a la entrada del microbus, abrazos y besos...

La pena grande que se llora,
con las lágrimas se va.
La pena grande es la pena
que no se puede llorar.
Esa no se va; se queda...


Y cuando se fueron la Alameda quedó extrañamente sola, y las que quedábamos (Isabel, Marga, Elena y yo, alias la mudita) no queríamos que acabara aquello así y arrastramos nuestras sombras por los antiguos tugurios de la alameda, como si fuéramos señoritos de parranda, para caer en un moderno restaurante vegetariano, donde desmenuzamos los dos intensos días con una sensación de felicidad difícil de explicar. Bueno, yo me limité a desmenuzar la verdurita del cuscus y el postre de chocolate, pero era todo oídos y por una módica cantidad, cuando recupere mi voz, podré contaros todos y cada uno de los cotilleos que escuché: bien pagáaaa, me llaman la bien pagáaaaa... Porque como dijo mi maestro Manolo Caracol:

que el mundo a mí me critique
y eso no me importa na
yo soy águila imperial
y mientras tenga una pluma
no dejaré de volar.


Y a las siete de la tarde, cuando vi que las incansables de Santa Clara pretendían seguir de parranda y ya planeaban el siguiente gintonic, cogí mi moto y eché a volar... galopa y corta el viento, con su vespa por el centro, caminiiiito de su casaaaa... donde mi prole se animó al ver que no podría reñir en unos días, y todos me hablan en susurros, nunca hubo en mi casa tanto silencio. ¡Gracias, cacereñas!

8 comentarios:

Beatriz dijo...

Gracias a tí, por escribir tan bien y volverme a hacer sentir el cosquilleo del fantástico fin de semana, tan relajado y atareado a la vez, tan divertido y triste al tener que volvernos a CC. En fin, por todo. Insisto, toma miel que tenemos que hablarrrrrrrrrrrr.

Besos

Beatriz dijo...

P.S. Lo de hablar, que nadie piense mal. Lo que quiero que me cuente, es pues su verano, su historia con la ucraniana?, en fin esas cosillas que debido al estado de sus cuerdas vocales no ha sido posible.

un besote

Pilar dijo...

¿Por qué me da la sensación de que, en vez de estar en la cama con una fiebre a destiempo, estuve pateando la Alameda con Ismael en mi oreja? Gracias por contarlo tan bien. Hoy sé más que hace un fin de semana.

Isamari dijo...

Genial, no podias hablar, pero eras todo oido. Ahoara si que recuerdo todo. Gracias,lo hemos pasado genial.
Un besazo
Isa Mar

Angela dijo...

Que pena no haber podido ir el domingo! la guillotina o los daños que dejó, me dieron un día de espanto,pero digo lo mismo que Pilar, con esta magnífica narradora es como si hubiera estado allí .Gracias de nuevo Mari-Cristi.

Marga dijo...

Tengo que confesar un pecadillo, Cristina: si algunas veces perdía el hilo no me importaba, sabía que después me lo ibas a contar tú todo con pelos y señales. Me estás acostumbrando mal.

Marga dijo...

Fantástico Cristina, poder leer lo que vivimos es estupendo, que bien escribes!!!! quiero ser como tu!!!!
Me dijo Elena, que no suele entrar en el blog, trasmitirle las gracias por la idea tan estupenda de este paseo, y a todas por hacer de un fin de semana inolvidable.

Ayer en el telediario salió una noticia de Sevilla y las protagonistas, dos mujeres, multadas por hablar en la calle y era La Alameda de Hércules. Lo vió alguien?

Anónimo dijo...

Pa la Leni y la Cristina… y pa toítas toa

“…a mi me gusta saborear la hierba y la hierba buena
un cante por soleá
y una voz clara y serena
y una guitarra y tus ojos ¡ay al laito duna candela!…”