domingo, 13 de abril de 2008

LECTORAS CON ARTE... ABRIL. André Derain

Ya estoy aquí con mis fuerzas renovadas! Y a petición de María Norte (gracias por echar de menos esta sección, mi favorita), coloco aquí una nueva edición de nuestras Lectoras con arte.

Este cuadro que hoy expongo ante vosotras me cautivó y me perturbó desde las paredes de la Tate Modern de Londres. Su composición, su colorido... nada de él me recordaba la pintura que yo conocía de su autor, uno de los grandes fauvistas, cuyos cuadros rebosan de colores puros. Tuve que leer su nombre una y otra vez para cerciorarme de que el cuadro correspondía a ese autor. De pronto me fijé en que todas las miradas de sus personajes, miradas un tanto inquietantes, se fijaban en el ángulo inferior izquierdo, y la descubrí: una mujer lectora, ausente de todo lo que le rodea, incluso del pavo real que deambula por la habitación, absorta en las páginas del libro que tiene entre las manos ¿no es ese el sueño de todas las lectoras? ¿qué estará leyendo para alejarse de la realidad de esa manera? ¿por qué la miran todos los demás de esa manera?... demasiadas preguntas sin contestar.
Y como los cuadros hablan, yo también le hablé a él, y le dije: tú te vienes conmigo a España, tu rincón en lectoras con arte te espera, guapo, ¡verás las cosas que vamos a hacer contigo!.
(Aviso: la reproducción no es muy buena, intentaré mejorarla).


Su autor es André Derain (1880-1954). El cuadro se llama "El pintor y su familia" y es de 1939.

Derain fue uno de los principales protagonistas del movimiento fauve (término francés que significa fiera), estilo pictórico de características expresionistas como el uso de colores intensos, principalmente el verde. Destaca sobre todo por ese cromatismo antinatural. Buscan la fuerza expresiva del color aplicando colores distintos a los que pueden verse en la realidad, y una de las figuras más detacadas del arte moderno.
André abandonó en 1898 sus estudios de ingeniería para dedicarse a pintar. Comenzó a asistir a la Académie Carrière a la vez que tomaba apuntes en el Louvre. En un principio Cezánne ejerció una fuerte influencia sobre él y más tarde se sintió fascinado por la obra de Van Gogh. En esos primeros años compartía estudio con Vlaminck y mantenía una estrecha relación con Matisse, en el verano de 1905 pasó el verano en Collioure con él y comenzó a utilizar la técnica puntillista. Derain aplicaba los colores puros, sin mezclar, sobre un lienzo de preparación blanca, con una pincelada de pequeños toques gruesos y cuadrados que daban a la superficie pictórica un aspecto de mosaico. La presentación de las obras de Derain junto a las de Matisse, Vlaminck y otros jóvenes artistas, en el Salón de Otoño de 1905, les valió el calificativo de fauves (salvajes) por parte del crítico Louis Vauxcelles. El marchante Ambroise Vollard envió a Derain a Londres, a finales de 1905 y de nuevo en 1906, para que repitiera la experiencia llevada a cabo unos años antes por Claude Monet en su serie sobre el río Támesis. En la capital inglesa pintó una serie de obras que constituyen el punto álgido de su período fauve. En 1906 comenzó a relacionarse con el grupo intelectual de Montmartre (Max Jacob, André Salmon, Guillaume Apollinaire) y en 1907 entabló amistad con Braque y Picasso, con los que compartía su nuevo interés por el arte primitivo. En 1908 destruyó gran parte de su obra para concentrarse en una serie de paisajes en los que partía del constructivismo de Cezánne y de una cierta influencia del incipiente cubismo de Braque y Picasso. En 1914, durante la Primera Guerra Mundial se le destina a un regimiento de artillería. A partir de la I Guerra Mundial su pintura se hizo más clásica, influida por Corot y por los grandes maestros del clasicismo. De esta época es el cuadro que hoy comentamos.
Durante la ocupación alemana de Francia en el curso de la Segunda Guerra Mundial, Derain vivió en París y fue tratado por los alemanes como un prestigioso símbolo de la cultura francesa. Aceptó una invitación para visitar oficialmente Alemania en 1941. La propaganda nazi utilizó este viaje, por lo que Derain fue acusado de colaboracionista y condenado al ostracismo durante mucho tiempo tras la Guerra. Renunció después de la Segunda Guerra Mundial a presentar públicamente sus obras. En 1944 rechaza el nombramiento de director de la Escuela Nacional de Bellas Artes de París. Su vida acaba en una voluntaria soledad.
Y como ya viene siendo costumbre, aquí os pongo más cosas pinturas suyas:

11 comentarios:

ONDA dijo...

A mi este cuadro me recuerda mogollón a Las Meninas, luego he comprobado que las diferencias de composición son notables, pero la primera impresión fue la que este cuadro quizá fuera un homenaje a Velázquez...la disposición del lienzo, la del autoretrato, la cortina del fondo, los animales.

Por cierto que es eso blanco que hay sobre el mantel?

Cristina dijo...

No sé lo que es lo blanco. Te explico, ONDA, en este apartado escribimos un minirelato que no sugiera el cuadro... espera y verás...

Cristina dijo...

No aguanto más. Quieren volverme loca. Cesan sus cuchicheos al acercarme, y quedan paralizados simulando actividades imposibles en esta penumbra en que vivimos. Pero no sé si es peor esta oscuridad permanente de nuestra casa o la oscuridad de sus almas, almas tortuosas, estatuas de sal ante mis ojos.

La culpa la tuvo él. Mi marido. Él me condenó a esta vida, abandonando un trabajo estable para pintar esos absurdos cuadros. Tuvimos que dejarlo todo y vivir con mi suegra, mujer sigilosa como su gato. Luego apareció ella, su amante, disfrazada de prima lejana necesitada de un techo, descarada, que acaricia a su perro mirándolo a él y que ha convertido al loro en el guardián de mis pasos, siempre al acecho, volando sobre mi cabeza y chillando para alertar al pavo real, que abandonó su trono y en vez de reinar en bellos jardines, despliega su cola sólo para impedirme el paso.

Pero todo acabará hoy, cuando este licor que llevo entre mis manos se mezcle con su sangre. Entonces sí que serán estatuas de sal para toda la eternidad. Y volverá la luz.

ONDA dijo...

Este puñetero loro, que ahora inmortalizo antes de que le retuerza el cuello, no me deja atender al punto exacto de mis pinceladas...no aguanto más, pero de hoy no pasa !lo juro!.

Dentro de años muchos años, este será considerado como mi mejor cuadro, mejor incluso que aquéllos que por provocadores gozán ya de admiración y que no volveré a repetir.

Sólo los verdaderos conocedores del arte sabrán que este es un homenaje al gran Diego Velázquez, precursor en tantas cosas. Quizá nunca lo sepa nadie.

Sólo llegado a los ojos de alguién que venga de la misma Sevilla se podría dar cuenta... y quizá no de una manera inmediata sino de regreso a la tierra que vió nacer a enorme don Diego en estos días mi fuente de inspiración.

Pero eso es lo bueno que tiene el arte, su indefinición pese al contorno del lienzo, pese a los marcos que sólo encierran físicamente al cuadro. Pero las obras de arte tienen alma! Como los libros proyectan sueños en los lectores, o mejor dicho otro mundo distinto al imaginado por el escritos. También los cuadros provocan sutiles sueños

El arte va más alla del creador, más allá de la obra, cuando al ser verdadero provoca sentimientos en el espectador.

No busco comprensión, ni de mi esposa, ni de mi santa madre, sino que me limito a ser el germen de gratas sensaciones y a tener contados momentos de entusiasmo recién acabado un cuadro.

Por eso esta obra, precisamente esta obra, que vuelve a los clásicos, pero con toda mi alma, quizá sólo sea realmente trascendental para gentes nacidas en Sevilla o con sangre sevillana.

Alguíén la sacará de este triste entorno y la llevará al Mediodía, aunque sea por arte de magia o por medios hoy para mí desconocidos?.

Ojalá que así sea.

Pilar dijo...

¿Soberbia? ¿Solitaria? ¿Ausente? ¿Preocupada, quizás? ¿Soñadora? ¿Egoista?
No. Lectora. Lectora apasionada. Atrapada en un mundo imaginario de papel de modo voluntario. Lejos del sopor de la rutina. Los otros. No existen los otros.

Cristina dijo...

Suena el timbre y el cartero dice mi nombre. Todos quieren saber qué encierra el sobre y aletean, curiosos, mirando por encima de mi hombro el nombre del remitente, quizás pensando que será alguna de esas baratijas que a veces compro por catálogo, manías de vieja. Pero no es eso, esta vez no. Yo lo sé.

Mis manos rasgan el sobre y aparecen ellos, amigos del alma, llamándome desde el celeste fondo de su foto en la portada, esperándome en la plaza como tantas veces y alzando jocosos sus sombreros al verme llegar, joven y guapa, a nuestra cita. Horas por delante de charlas, de risas, de ocurrencias, de palabras que nacían de sus bocas y que hoy, tras tantos años, veo reflejadas en estas páginas.

Palabras de poetas. Siempre vivas, siempre removiendo las entrañas, transportándote a su mundo y aislándote del tuyo, llevándote de nuevo de paseo por sus noches de tres lunas a una casa liliputiense con papel pintado en sus paredes, a toros con ojos verdes como la albahaca que pasean su bravura por prados teñidos de azul celeste, a ondas marinas gracias a cuya cadencia navego a mundos que ya no existen mas que en estas páginas en las que me refugio.

ONDA dijo...

Y nosotros sobre todo Fernando y yo, estamos encantados de ocupar un espacio en tu hogar, de día, en tu alma de noche, seguros de haber encontrado una estrella más de nuestro ilimitado firmamento de amigas llenas de luz interior.

De que haya alguién como tu al otro lado de nuestra telefonía celeste.

Mi octavo nieto alberga la esperanza de estar con vosotros de alguna manera en vuestra proxima cena.

Y yo desde el cielo, a los presentes y a los ausentes os daré mi bendición por ese bonito homenaje virtual ya único.

Anónimo dijo...

Desde mi rincón, como escondida, veo a mi hijo pintar a su familia.Gracias a mi amor por la lectura, veo las cosas diferentes, las veo con los ojos de la imaginación, y el cuadro que yo interpreto no se parece en nada al que refleja el lienzo que mi hijo mira. El ha pintado a su esposa y sus cuatro hijos y apenas visibles a la doncella y a mí. En mi cuadro yo veo, como son realmente, él interesandose únicamente en su pintura, su esposa siempre detrás de él, simpre a su espalda, su sombra.Su hijo mayor como un pavo real, presumido, engreído; el segundo como un gatito simpre jugando zalamero, la niña como un paloma fragil, delicada y reclamando siempre su atención y el pequeño perro fiel, mimoso siempre en brazos de su madre. La doncella siempre vigilando y responsable principal de resolver los problemas domésticos, y yo .... aquí, pareciendo que estoy enfrascada en mi libro sin enterarme de nada.
Maria-Norte

Anónimo dijo...

solo en tí, mi perrito fiel, encuentro el calor que me falta en estas tinieblas…¿por qué sólo tiene ojos para ella?¡maldito el día que vino a esta casa!.....

sus pinceles tanto tiempo muertos recobran de nuevo vida, con ella;
los versos, dulces en su voz, le transportan ahora a un mundo de fantasias inimaginables,
y él, con su mirada, pensativa, recuerda al fín esos colores que un día dejó…,

y usted, Louise, ¿qué está mirando?..¡retírese ya, por favor!
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este olor a animal, esta banqueta inmunda, esta frialdad, y ¡tanta penumbra! van a acabar conmigo…y no le dices nada, cobarde…. pero te sigo leyendo… ¿qué será de ti, hijo mío, cuando yo te falte?

Cristina dijo...

Cuando puse en mi anuncio: "quiero un estudio tipo loft con buenas vistas y luz cenital" no me imaginaba esto. Me dijo: hay loros y pavos reales... y yo, iluso, imaginé que vería desde mi ventana un jardín idílico, paradisiaco, nunca pensé que los pájaros dejarían sus plumas pegadas en mi lienzo... ni que tendría que convivir con este raro trío de mujeres. ¡Qué engañosa es la imaginación!

Anónimo dijo...

- grrr...¿por qué no vais a daros un paseito, guapas?